miércoles, marzo 05, 2008

Amanece en Berlín.

Cuando sale el sol y la habitación se tiñe de sombras rojizas pareces de bronce, el canón griego te tomó como ejemplo, eres Belleza, es tu nombre propio, con mayúsculas y llenándome la boca cuando hablo de belleza refiriendome a ti, tus formas perfectas, tus pechos frutales, tu piel suave, tus cabellos ondulados. Entre las sábanas de mi cama, mientras el mundo ahí fuera cae en picado nuestro microcosmos está lleno de una felicidad inaudita. El aire cruel de este Berlin quiere separarnos mientras me siento viviendo en ti, no existe diferencia para mi entre tus cabellos de oro y mis ojos verdes, no encuentro diferencia entre tu alemán y mi hebreo y no distingo, por más que el mundo lo grite, la diferencia entre tu corazón y el mio, entre tu sangre y la mia, entre nuestras bocas fundidas en un beso. Déjame acomodarme en tu vientre y renunciaré a todo en lo que creía y tú evita que me separen de tus abrazos, puedo vivir sin comida, puedo vivir humillado, pueden pegarme un tiro en la nuca, pero si antes he tenido que separarme de tus sonrisas, no me importa, porque ya estaré muerto.

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