jueves, diciembre 29, 2011

La vida no vivida

Le miraba desde mi esquina, en silencio, esperando no ser descubierta jamás, era mi elemento prohibido, cuando sonreía me temblaban las piernas, pero no había nada mejor que verle inclinar la cabeza sobre el papel mientras movía el bolígrafo a compás, estaba dibujando y aquello siempre era una experiencia, porque yo siempre era la primera en ver sus dibujos, como si entre nosotros hubiera una conexión artística, él leía y yo analizaba sus dibujos, poco a poco nos encaprichamos el uno del otro, pero nuestras circunstancias no nos permitían hablarlo, ni las circunstancias ni el miedo al fracaso, primero por mi, después por ti, hasta que un día, cuando nuestra amistad fue lo suficientemente fuerte nos confesamos la atracción, nuestras historias se fraguaron en nuestra cabeza, él era ideal para mi y yo ideal para él, eso nos impedía, bajo toda circunstancia, tener una historia real, cruda, dura, con problemas que no existían en nuestras mentes. Al final la amistad se diluyó, como se desvanecen otras tantas amistades, pero nuestras vidas no vividas nos acompañan, golpeándonos con fuerza cuando menos lo esperamos. Esa vida inventada aparece en sueños, en recuerdos fabricados y nos encoje el alma, no con nostalgia, sino con la amargura de saber que aquello nunca sucedió ni sucederá.

Lo cierto es que hay algo positivo en todo esto, sabes a ciencia cierta que hay alguien que no forma parte de tu vida cotidiana, que de vez en cuando, aunque no sepas con qué frecuencia, te tiene presente, que cuando alguno de los dos falte el otro lo mantendrá vivo, del resto de gente con la que te has relacionado no puedes estar seguro, pero la vida no vivida se enquista en aquellos que no la vivieron y tal y como hay gente que convive con una enfermedad crónica tú convives con ellos y ellos contigo.

martes, diciembre 13, 2011

Un buen día (parte 2)

-Nos están rodeando señor, deberíamos replegarnos.

A pesar del tono frío y distante utilizado por su subordinado, como si sus palabras guardaran una verdad irrefutable que hasta ahora no se había tenido en consideración, el Teniente Blázquez rompió a carcajadas hasta casi quedarse sin respiración. Con sus ojos anegados en lágrimas dirigió la mirada hacia los del sargento; pero no se centró en ellos, sino que los traspasó, como mirando algo más distante, incluso más allá del campo de batalla. Arrieta no pudo evitar pensar que el hombre que tenía a su lado estaba perdiendo el juicio.

-¿Se encuentra bien señor? -durante un instante quedó ausente, ajeno a la realidad que lo rodeaba. -Eduardo ¡responde! -lo tuteo mientras sacudía levemente su hombro izquierdo en un tímido intento por sacarlo de su letargo.

Pero Eduardo estaba sumido en sus pensamientos, el traqueteo de las ametralladoras y los disparos de mortero quedaban ahora lejos de sus reflexiones. Pensó en su familia, en sus padres, en su hermano, con el que casi no se hablaba, en el hijo que nunca tuvo, y en aquella mujer que lo hizo tan feliz al principio como desgraciado al final. Recordó su niñez, trasladándose constantemente de allí para allá a cualquier lugar donde reclamaran a su padre. Pensó en lo insulsa que había resultado su vida, siempre rodeado de muerte y destrucción. Muerte y destrucción como la que ahora lo acosaba luchando ferozmente por devolverlo a la dura realidad.

Muerte... como los cientos de cuerpos sin vida que plagaban el campo de batalla; y destrucción... todo era destrucción. Y los vivos estaban aterrados, sin tiempo para pensar que probablemente no volverían a ver a sus familias, ni a sus amadas ni amantes, ni volverían a sentir el placer de beber un buen vino, o de saborear la deliciosa cocina de sus madres o esposas. Sin tiempo para preguntarse porque su teniente al mando, aquel hombre en el que confiaban su vida a cada paso, en cada decisión tomada, no les sacaba de aquella situación absurda y sin sentido. Sin tiempo para nada más que para intentar sobrevivir al incesante fuego enemigo.

-¡Eduardo! ¡Eduardo, despierta joder! -sintió una fuerte bofetada en su rostro- Hay que tomar una decisión inmediatamente ¡nuestros hombres están muriendo! -le encantaba tener a ese hombre a su lado, siempre tan claro y directo.

-Ya es tarde para replegarse Sargento, nos aniquilarían por completo -dijo de repente, como si no hubiese estado ausente-. Es avanzar o morir, no nos queda otra.

En ese instante el Teniente Blázquez agarró fuerte su fusil, como si le fuera la vida en ello, salto al piso descubierto donde nada se interponía entre él y sus enemigos, y aullando un grito ensordecedor corrió poseído directo al infierno, sin miedo, sin culpa, sin remordimientos. Si alguien le hubiese preguntado en aquel momento porqué lo hizo, porqué se abalanzó sobre la muerte como desesperado por abrazar su silencio, es probable que no hubiese sabido qué contestar. Aquello fue una liberación, un intento absurdo de expiación para despojarse del peso que los cientos de soldados muertos cargaban sobre sus hombros; el mismo peso que hacía tan solo unos minutos le impedía levantarse, el mismo que entonces lo catapultó hacia un acto de necio heroísmo. Tras de sí arrastraba la pena y el lamento de los fallecidos, sus esperanzas rotas, sus sueños ahora imposibles. Y mientras avanzaba entre las balas silbantes, todo ese peso iba desapareciendo para dar lugar a una extraña sensación de victoria que le permitía no correr, sino volar como un globo henchido de helio como lo estaba él de gloria.

Pero tras casi doscientos metros de carrera, cuando rozaba su objetivo con la punta de los dedos y el milagro que necesitaba parecía estar cerca... la muerte lo encontró. Una ráfaga del calibre treinta alcanzó su pecho y lo derribó cruelmente al suelo. Hasta aquel momento no se planteo que su maniobra había resultado un triste suicidio, y durante unos instantes se sintió ridículo. Las culpas ya no tenían sentido, ni los lamentos, ahora tocaba aceptar las consecuencias y morir dignamente, sin pueriles lloriqueos que empañaran su honor. De repente, cuando estaba a punto de cerrar sus ojos y dejarse llevar por la oscuridad, decenas de sus hombres encendidos en cólera comenzaron a rebasar su posición para asaltar la trinchera tras la que se escondían sus verdugos. Parecía que su demente intento por lograr que lo matasen había sido doblemente exitoso: por un lado moriría aquella misma tarde, sin más culpas, sin más lamentos; por otro había dado una oportunidad a sus hombres para ganar la batalla y que al menos unos cuantos sobrevivieran a aquella matanza. Y tirado allí sobre el sucio y frío suelo del campo de batalla, mientras se desinflaba de vida por los tres agujeros que atravesaban su torso y escuchaba los vítores de victoria de los soldados supervivientes, pensó en que los milagros existen y que a pesar de todo, aquel día, terminaría siendo un buen día.

FIN.

miércoles, diciembre 07, 2011

Un buen día (parte 1)

En cada respiración sus fosas nasales se colmaban de ese empalagoso hedor a sangre que impregnaba el aire, mientras los disparos y las explosiones le martilleaban incesantemente sus ya maltrechos oídos. Una docena de cuerpos sin vida yacían inmóviles a su alrededor, y otros tantos moribundos gemían y se retorcían de tal modo que hacían parecer la muerte el menor de sus problemas. Ya debería estar acostumbrado a aquello, diez años sufriendo los amargos horrores de la guerra hacían de un hombre alguien rudo, con el coraje y la fuerza de voluntad suficientes para seguir luchando aún cuando sus compañeros iban cayendo por centenas bajo el fuego enemigo. Pero no eran compañeros, eran sus hombres los que estaban muriendo, y lo hacían por nada; o al menos nada que él pudiese entender.

Eso era exactamente lo que le corroía las entrañas, y cebado por el odio y la rabia era incapaz de pensar con claridad. Todo por las ansias de gloria de un comandante estúpido que no quiso ver lo que estaba plantado delante de sus narices. No pudo desobedecer la orden directa de un superior, aun sabiendo cual serían las consecuencias, y ahora se sentía impotente sin saber como sacar a sus hombres de aquella matanza. La culpa recaía sobre sus hombros con tal fuerza que le costaba la misma vida continuar en pie.

-¡Maldita sea teniente! no podemos seguir avanzando -una voz jadeante interrumpió sus fútiles pensamientos- ¡Hemos perdido más de la mitad de nuestros jodidos hombres en tan solo cincuenta metros!

Conocía pocos soldados que, como Arrieta, hablaran tan descortésmente a un superior, pero aquello era precisamente lo que más agradecía de aquel veterano sargento. Siempre sincero, tan directo como una flecha dirigiéndose a su objetivo, soltaba las verdades sin tapujos ni eufemismos. Quizás por aquella razón aún seguía siendo sargento, durante lustros condenado a estar bajo las órdenes de muchachos que aún gateaban cuando él ya luchaba en el campo de batalla. Le gustaba tenerlo a su lado.

-¿Cuantos más necesitamos? -sabía la respuesta a aquella pregunta, pero necesitaba tiempo para pensar.

Arrieta asomó su enjuto rostro por encima del pequeño montículo de arena que los ocultaba de sus enemigos. No tuvo que pensárselo demasiado, él también conocía la respuesta.

-Al menos doscientos señor -sus palabras quedaron suspendidas en un quedo murmullo mientras volvía a ocultarse- Quizás ciento cincuenta, aunque desde aquí no sabría decirle con seguridad.

Ni doscientos ni ciento cincuenta, dudaba que pudiesen avanzar ni ochenta miserables metros con aquella torre aniquilando a todo lo que se movía. Decenas de pensamientos se agolpaban en su cabeza, pero ninguno que le ayudara a resolver aquel intrincado rompecabezas en el que se había metido de lleno... y a sus hombres con él. De todos modos se había dado por vencido, esta vez ni su prodigiosa mente ni sus más que avalados conocimientos militares servirían de nada, pensó con sorna mientras inclinaba una de sus comisuras en un intento de sonrisa amarga. Un milagro era lo que necesitaban.

Un tenue rugido sonó encima de sus cabezas. Una avión de reconocimiento hacía su ronda a unos quince mil pies de altura, a salvo de los misiles tierra-aire, obteniendo cientos de datos sobre la superficie que más tarde utilizaría inteligencia para planear sus movimientos. Era una útil herramienta, aunque se necesitaba un control total del espacio aéreo para poder realizar aquellas maniobras con la seguridad requerida. Nada nuevo, de todos modos el bombardeo quedaba descartado ¿Qué demonios hacían allí? Ese era el pensamiento más recurrente. Nada de ideas, nada de milagros.

CONTINUARÁ...

viernes, diciembre 02, 2011

Conversación entre hermanos




- Fíjate lo que son las cosas, los pobres no saben dónde estoy y “los tuyos” le dicen que encontrarme es reabrir heridas ¡Qué Barbaridad! ¡No se puede abrir una herida que no se ha cerrado!

- Pues anda qué… Cuando aquello fue para adelante fui convencidísimo porque no me gustaba como estaban las cosas, tienes que reconocer que era muy bonito pero en la práctica era un desbarajuste, yo seguía a las cabezas, pero el levantamiento quedó descabezado y nos tuvimos que conformar con el cerillita.

- ¿Así le llamabais?

- Así le llamábamos, nunca entenderé como después de lo mal que se lo hicimos pasar en Zaragoza, reabrió la academia. Era un tibio, no tenía ni chispa de inventiva militar, fatal para la estrategia, pero también tenía una mala hostia… Entiendo que no quieran dejar sus estatuas, a mi parecer no se las merece, a no ser que se explique en las placas quien es, pero hubo, en el levantamiento, quien no creía en su manera de hacer estado y sin embargo esos son tratados como criminales, ahora hay que borrar la huella de todo el mundo.

- Espero que no sigan así, nos tienen que recordar a ti y a mí, primero por nuestros nombres y luego como patriotas, independientemente de la cantidad de colores que tuviera nuestra bandera.

- Los dos caímos como caen los hombres, teníamos la sangre del mismo color, el mismo idioma, cantidad de elementos culturales comunes…

- Hermanos, éramos hermanos, todos lo éramos y nos matamos, eso es lo que hay que superar, sin olvidarlo y sin necesidad de peleas. Aquel que no conoce su historia está condenado a repetirla, eliminar todos los nombres es eliminar la historia, eliminar los monumentos es tan atroz como quemar iglesias.

- Eso no me lo digas a mí, que nosotros no rompíamos vírgenes.

- Y yo nunca estuve de acuerdo con aquello, claro que se me contagió el anticlericalismo, pero fui siempre consciente de que los bienes materiales que poseía la iglesia no dejaban de ser patrimonio cultural, pero a veces los hombres se ciegan y en el 36 nos pusimos una venda todos y nos fuimos a pegar garrotazos a todo lo que pillásemos por medio. Razonar… razonar es una facultad intrínseca en el ser humano que lo define, lo distingue del resto de los animales, pero no siempre razonamos, no siempre somos tan humanos.

- ¡Qué bien hablas coño! Supongo que con la perspectiva que ofrece verlo todo desde lejos hemos llegado al acuerdo de que todos formamos parte de la memoria histórica y las cosas deben dejar de verse como Vencedores y Vencidos, tal y como se hizo mientras cerillita estuvo vivo, y como Reprimidos y Represores, que es hacia donde están girando.

- Hermanos, éramos hermanos y nos matamos, somos hermanos y no nos perdonamos.

- Yo te perdono.

- Y yo a ti.

miércoles, noviembre 23, 2011

Carta de Odio


Querido individuo (te llamo así porque no me sale llamarte mejor):

Te escribo estas líneas porque estoy muy acostumbrada a manifestar mi amor por carta y estos últimos días me he dado cuenta de que es un error no manifestar mi profundo odio hacia ti de la misma manera, ya que es un sentimiento igual de fuerte.

Supongo que mis palabras te sorprenden porque no me has hecho nada, o al menos eso crees, para que yo sienta tal cosa por ti, desde luego considero que no puede haber sobre la tierra un ser que alimente tanto este sentimiento de forma consciente, si no es así y tu intención es que yo sienta esto por ti es que no sólo eres un ser despreciable, es que eres el mismo demonio, que en lugar de sangre en las venas tienes veneno.
Cuando te conocí no hubo nada en ti que me hiciera sentir ni siquiera un poquito de rechazo, así que puedo decir que mi sentir, aunque es irracional, no es del todo infundado. Supongo que sabes que la manera en la que te has dirigido a mí a medida que avanzaba nuestra relación tu manera de interactuar conmigo ha sido cada vez más desagradable.  Me enerva tu manera de hablar, de moverte, de quejarte de absolutamente todo y no ofrecer una solución. Si bien no has llegado a insultarme queda patente que consideras que todo ser viviente que deambula a tu alrededor posee menos importancia que tú, que no hay nadie más guapo, ni más listo, ni más interesante, pero lo cierto es que cada vez que te veo mis ganas de escupirte en un ojo son tan grandes que reprimirlas me lleva hasta la náusea. Hay quien me ha dicho que es posible que este sentimiento está producido por mí misma, que soy yo quien alimenta este profundo odio, pero lo que yo creo es que eres tan irritante que no te soportan ni mis recuerdos.

Las sensaciones que me produces están tan a flor de piel que no necesito mirarte para saber que estás ahí, mis entrañas reaccionan ante la repugnancia que les produces y las controlo como buenamente puedo, no sé exactamente porqué, igual es tu nauseabundo olor, que tu inmunda  energía, pero algo hace que me ardan las sienes, me hierva la sangre y se me acelere el corazón. Sé que es posible que me lo notes en la mirada a pesar de mis esfuerzos por mirarte como las vacas miran a los trenes, pero la emoción es tan grande que dudo que no se refleje en mi rostro, a este respecto te ruego que si un día pierdo la expresión y babeo por un lado de la boca llames a una ambulancia, seguramente me ha dado un ictus por tener que aguantar tu repulsiva presencia.

Sin más me despido, no sin agradecerte que seas blanco de mis iras, lo que me une al resto de la humanidad, que sin duda también te odia, que sepas que no te deseo ningún mal, pero ojalá te pierdas en el Ikea el día que quiten las flechas azules del suelo.

miércoles, noviembre 16, 2011

Cien pasos para morir

La pesada puerta de acero se abrió bruscamente, contaminando la celda con ese irritante eco que me embotaba la cabeza. Escribía mis últimas palabras casi compulsivamente, aterrorizado por no poder terminarlas antes de que me obligaran a abandonar para siempre, el que había sido mi hogar durante los últimos veinte años. Había procurado dejar todos mis escritos minuciosamente organizados, acompañándolos con una nota en la que explicaba qué hacer con ellos, pero me había retrasado ultimando los detalles, y ahora corría desesperado por no dejar cabos sueltos antes de que mis verdugos me invitaran a soltar la pluma y me escoltaran servicialmente hacia la muerte.

–Es la hora –me anunció el alguacil mientras dos funcionarios se aproximaban por mi flanco izquierdo con esposas en mano.

–Sólo necesito unos segundos –respondí con cierta zozobra-, no puedo dejar esto sin acabar.

–Sabes que eso es imposible. Este... proceso, requiere una exquisita puntualidad –replicó con tranquilidad mientras conducía a los guardas con un simple ademán de cabeza–, así que ponlo fácil y levántate para que podamos esposarte.

–¿Este “proceso”? –necesitaba tiempo– ¿Por qué no llamarlo por su nombre y decir directamente ejecución? Sería mucho más apropiado.

–Como prefieras, pero has de levantarte –su quietud parecía imperturbable.

–No debe ser cómodo ser el mensajero de la muerte –me dirigí entonces a los encargados de custodiarme–, pero por mi parte os perdono, sé que sólo hacéis vuestro trabajo.

Durante unos instantes se mostraron confundidos, y miraron dudosos a su jefe, paradójicamente sorprendidos de la resistencia mostrada por un condenado a muerte minutos antes de ser sentenciado. Y señalo paradójico por lo contradictorio que puede parecer que un hombre acepte tan aciago destino sin lucha ni oposición, y sin embargo, a fuerza de costumbre, convertirse en algo tan habitual que cualquier vacilación o demora en lo que parece ser una liberación más que un castigo, resulte extraordinario en vez de vulgar.

Fuera como fuese, su desconcierto se tornó rápidamente en determinación con un nuevo ademán de cabeza por parte del alguacil, esta vez más violento, más perentorio. Inmediatamente antes de ser conminado por los guardas a dejar mi incómodo asiento y levantarme para ser aherrojado, concluí mis últimas voluntades y abandoné cualquier atisbo de rebelión con un diligente gesto de sumisión, mostrando mis manos y mis pies para ser esposados. En el escritorio quedaban huérfanos los restos de mi última comida, un bolígrafo medio desgastado, un viejo flexo de hierro anclado a la pared y miles de folios donde escribí, durante las dos décadas en las que estuve esperando mi final, todas mis reflexiones. Una generosa hacina de papeles que había escondido celosamente de ojos curiosos, y que esperaba se convirtieran, algún día, en mi única contribución a un mundo al que desgraciadamente sólo había causado dolor.

Comencé a recorrer el pasillo. Cien pasos, escoltado y encadenado, desde mi cautiverio hasta mi óbito. Cien pasos que parecieron cien millas; cien millas recorridas en un instante. Y en ese instante todo tipo de pensamientos se agolpaban en mi cabeza, fútiles pensamientos de un condenado a muerte, preguntas y respuestas que carecían ya de importancia. Me invadió entonces la sensación de estar recibiendo el castigo de otro desgraciado, de que realmente ejecutaban al hombre equivocado, porque ¿qué es lo que quedaba en mí de aquel joven malnacido? No pensaba en injusticia, pues hacía tiempo que acepté mi castigo y renuncié voluntariamente a ese derecho que tenemos todos de luchar por nuestra vida. Vida que arrebaté a mi víctima sin concederle oportunidad alguna, pero realmente sentía que mi yo, en aquel momento, era muy distinto a mi yo de hacía veinte años.

Si me hubiera encontrado cara a cara con aquel chico inseguro y frustrado, hubiese intentado convencerlo de que aquella no era la solución. Que toda esa rabia acumulada, producto de la temprana muerte de su padre, de la falta de cariño y atención de su madre, de las incesantes palizas recibidas por su padrastro, del fracaso que acompañaba todos sus actos, del entorno hostil donde se educó durante toda su infancia, de las drogas, de las peleas, de sentirse perdido e incapaz de encontrarse... toda esa rabia acumulada no podía ser apagada con destrucción, que nadie se puede erguir con el privilegio de arrebatar algo tan sagrado como la vida y querer desentenderse del mal infligido. Pero lo cierto es que cualquier discurso hubiese sido en vano, dudo mucho que por aquel entonces estuviese dispuesto a reflexionar sobre nada de lo que hacía, y eso incluía el asesinato. Quizás hubiese bastado con un poco de amor y comprensión. Sé que puede parecer inocente o pretencioso pensar que el amor y la comprensión pueden salvar vidas, pero realmente lo creía.

Había recorrido cincuenta de los cien pasos pensando en el antes, y al cincuenta y uno comencé a pensar en el después. Muchos pueden creer que el después para un condenado a muerte no existe, y en cierto modo es así, saber que eres únicamente para dejar de ser, es una sensación muy difícil de sobrellevar. No se puede vivir sin futuro, sin esperanzas, sin ilusiones o desilusiones... no se puede vivir sin nada que esperar, sólo se puede sobrevivir a la espera de tu final. Por eso la mayoría de los reos se niegan a aceptar su sino y luchan hasta el último momento con el anhelo de que un giro inesperado, y casi disparatado, les libre de la muerte, aunque ello significara pasar los restos entre rejas. No es pues una cuestión de arrogancia o desdén el pelear por tu vida habiendo tomado otra, sino mera supervivencia inherente al ser humano. Yo había pasado veinte años esperando la inyección, y hacía sólo cinco comprendí que por respeto a la víctima, a sus familiares, a los míos y, sobre todo, a mí mismo, debía dejar de luchar y rendirme a la muerte como lo hacen los ancianos cuando saben que ha llegado su hora.

Curiosamente fueron estos cincos años los más provechosos de mi encarcelamiento, en los que, sin un futuro en el que pensar, pude centrarme sin distracciones en el presente y en el pasado. Reflexioné sobre las decisiones que me habían arrastrado hasta aquella situación, y sobre las causas que me llevaron a tomar esas mismas decisiones. Pensé en mi responsabilidad y si el castigo impuesto era la mejor manera de hacerme pagar por mi crimen. Si hubiese creído que mi muerte liberaría al mundo del dolor ocasionado, sin duda todo habría merecido la pena: el sufrimiento de mis abuelos hasta su temprano fallecimiento, la frustración de mi hermano menor que lo arrastró a un final incluso más penoso que el mío, la agonía de mi madre por sobrevivir a sus hijos... si con mi sacrificio y el de toda mi familia hubiese podido devolverles la felicidad a quienes se la arrebaté hace veinte años, la pena capital me hubiese parecido la más justas de las sentencias. Pero lo cierto es que aquello carecía de sentido, y desgraciadamente ni mi muerte ni el daño causado a todos mis seres queridos, conseguiría aliviar la angustia sufrida por las víctimas durante todo este tiempo. Parecía irónico que para pagar por un crimen se necesitara infligir tanto dolor. ¿Realmente no existía otra alternativa? Protestas silenciosas que desde hacía tiempo no compartía con nadie, sólo conmigo mismo y con el papel que me acompañaba perenne en mi cautiverio.

Por fin di el último paso para encontrarme de bruces con las puertas del averno. Tras ellas la muerte, tras de mí cien pasos. En aquel momento solo deseaba reencontrarme con mi víctima y pedirle disculpas.


Triste historia que revivir
una y otra vez
para intentar aprender en vano,
que ninguna vida se debe tomar
por antojo ni castigo humano.

jueves, noviembre 10, 2011

Viaje en coche


El pelo de la tapicería te envuelve como los brazos de una madre, el volante calienta tus manos heladas, la palanca de cambios en punto muerto te llama, enciendes la radio, emprendes la marcha y comienzas la aventura. No sabes dónde te llevará el viaje, ni cuánto durará, pero tampoco importa, la carretera te espera, con sus curvas incesantes, insinuante cual mujer. La compañía es buena, la música es genial, el viaje siempre es plácido a pesar del cambio que puede acarrear, nunca es cansado y siempre es inesperado.

Ahora queda a tu izquierda un mar azul inmenso, el agua está tan clara que te parece ver los peces, el acantilado es alto, pero no te da miedo la carretera filosa por la que transitas, todo lo contrario, disfrutas de la marcha, del paisaje, de la temperatura suave típica de las zonas costeras, tu copiloto canta a voz en grito Free Fallen de Tom Petty y yo no puedes dejar de sonreír.

En un intervalo indeterminado de tiempo ya estás en una carretera de montaña, los cúmulos de nieve empiezan a aparecer en las umbrías, los pinos altos y centenarios evitan que el sol, tan cercano ahora, te ciegue, abres la ventanilla para que el viento fresco te acaricie el rostro, el olor es embriagador, poco a poco la nieve se multiplica, cada vez hace más frío y la montaña empieza a brillar. El camino empieza a serpentear en bajada hasta que llegas a terreno llano, los girasoles miran hacia ti, o hacía el sol que está a tu espalda, pero no, te miran a ti, Norah Jones suena en la radio con su tranquilo sunrise, la brisa es cálida, pero no abrasadora, te pones las gafas de sol, miras a tu acompañante y sonríes. Él te llama la atención, una imagen fantástica sucede ante vuestros ojos, un Seat Seiscientos está adelantando a un Scania tipo americano, de esos con el morro largo, hasta que se pone frente a él, la bella y la bestia versión automovilística.

El terreno vuelve a ser abrupto, vuelve la carretera curvada y el paisaje pajizo, el trigo hace ondas marinas color de oro a ambos flancos, en un momento dado empiezas a oír un rugido, quitas la radio, como si fuera un león, tu acompañante hace cávalas, suena a convoy, tú confirmas, es un convoy de Harleys que aparecen en la siguiente curva, cada una de un color, unas originales, otras custom, unas con la horquilla hasta las nubes, otras deportivas… Encuentras un hueco entre ellas en un vistazo, miras las líneas discontinuas, esta es la tuya, adelantas a dos de ellas y te quedas a su nivel un instante, para verlas, sus conductores  dejan el manillar y empinan su dedo gordo para saludarte, tu acompañante y tú contestáis de la misma manera al saludo. Terminas de adelantar y te metes en mitad de la caravana, todavía con el dedo levantado y con una sonrisa en la cara, como si Mickey Mouse hubiera venido a felicitarte en persona en tu quinto cumpleaños.
Las máquinas rugen como una mandada de fieras, no te lo crees, que música celestial producen esos motores. 

De repente un golpeteo suena en tu ventana, no haces caso, pero se repite, tu padre está golpeando el cristal “Venga, sube atrás que nos vamos ya”, se acabó el viaje, pero en cualquier momento tendrás otra ocasión para subirte en el coche mientras esperas y volver a salir de viaje a donde el motor de la imaginación te lleve.

sábado, noviembre 05, 2011

Besar: manual para principiantes.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha expresado su afecto hacia los demás con un simple gesto llamado beso. Besar, que es la acción de dar un beso, consiste en apoyar la zona carnosa que rodea nuestra boca y a la que nos referimos como labios (pues son dos: el de arriba y el de abajo), bien pegados (el de arriba con el de abajo), ya sea en la mejilla, la frente o la boca, o en cualquier otra parte sensible de la persona, o animal, a la que queremos obsequiar con tal regalo. Justo en el momento de retirar los labios, será imprescindible separar ambos (el de arriba y el de abajo), acompañando dicha maniobra con una succión de aire de intensidad variable (según el tipo de beso), que debe provocar un sonido seco y levemente chirriante. Note el lector, que sin una posición adecuada de los labios (boca de mono), la succión de aire no sería del todo eficaz, y el beso quedaría tristemente a medias entre beso y chupada.

Hay tantos besos como personas, y según donde se propinen, su sonoridad, o con qué vayan acompañados, tendrán significados tan variopintos como las reacciones de los afortunados, o desgraciados, que los reciban. Besos secos, húmedos, castos, fraternales, pasionales, de abuela o de compromiso... tantos tipos que sería imposible explicar todos tan detalladamente como se merecen. Es menester de este manual describir solo uno de ellos, sin duda el más complicado de dar: el primer beso pasional. Es nuestra intención evitar que jóvenes e inexpertos besadores, puedan confundir la forma o el momento y convertir este insigne beso en un triste desacierto.

Cuando dos personas se conocen, existe la posibilidad (probable en algunos casos y remota en otros) de que ambos se gusten lo suficiente para seguir viéndose con la asiduidad que ellos mismos determinen adecuada. Si este gusto cruza la linea del trato amistoso, para adentrarse peligrosamente en una atracción más carnal, es seguro que, más temprano que tarde, alguno de ellos (o ambos al mismo tiempo) se verá obligado a dar un paso al frente y consolidar dicha relación “amistosa” con su primer beso pasional. Los besos pasionales son, al mismo tiempo, tan fáciles y difíciles de dar como de describir, y decidirse a hacer tan delicado movimiento es, cuanto menos, arriesgado. Una vez tomada la decisión, atinar con el momento, el lugar o la intensidad de dicho beso, es tarea harto complicada. No es el objeto de este manual aleccionar sobre como asegurarse el buen devenir del primer beso, ya que nos estaríamos adentrando, injustificadamente, en un terreno pantanoso por el que se hace difícil caminar, pero sí describiremos con esmero una de las muchas maneras correctas de darlo. Por razones operativas nos centraremos en la escena más tradicional (hombre besa a mujer), dejando otras combinaciones, tan respetadas actualmente como la anterior, para futuros manuales. Dividiremos el beso pasional en tres partes: primer contacto o beso seductor, segundo contacto o beso vehemente, y tercer contacto o beso de consumación.

Mire a su compañera directamente a los ojos, donde estarán impresos sus verdaderos deseos. Con la habilidad necesaria podrá leer en ellos si el inminente beso será bien recibido o, por el contrario, se arriesga a una dura represalia (tortazo en la cara). Si es incapaz de realizar dicha lectura por falta de experiencia, no se preocupe, la vida es para los valientes. Sin retirar la mirada, como en un vano intento de hipnotizarla, acérquese muy lentamente, dirigiendo la punta de su nariz hacia la punta de la de ella. Mientras, agarre suavemente, con su mano diestra, la parte trasera de su cuello (el de ella), para subir poco a poco hasta la nuca entrelazando los dedos con el pelo. Llegado a este punto la intención es clara, y a menos que realmente la haya conseguido hipnotizar (poco probable), su pasividad será la aceptación tácita al beso, por lo que continuar resultará insultantemente seguro. Siga acercándose al mismo tiempo que torna la cabeza hacia la izquierda, para que sus narices no colisionen evitando el triunfal encuentro de labios. Cierre los ojos, pues se dice de quien besa apasionadamente con ellos abiertos, que no es persona de confianza.

El primer contacto (seducción) ha de ser casi una caricia, con los labios sueltos y entreabiertos, transmitiendo toda la ternura de la que uno dispone, mientras se masajea el pelo con la mano anteriormente situada en la posición adecuada. Roce suavemente sus labios (los de ella) con la lengua, y termine con una leve succión del belfo inferior, que puede ir acompañada de un lene bocado. Nótese que en este instante, tanto usted como la afortunada a la que besa, son un amasijo de nervios, y es fácil cometer algún error que eche a perder tan eximia situación. Tómeselo con calma e intente enfocar su excitación al segundo contacto (vehemencia).

Inmediatamente después de soltar el labio, y sin haberse despegado en ningún momento más de unos pocos centímetros, vuelva a aproximarse para un nuevo encuentro análogo al anterior (siempre con los ojos cerrados), pero más energético, más violento. Achuche con su mano diestra (situada en la nuca) la cabeza de ella contra usted, y encuentre la posición adecuada para que sus bocas encajen perfectamente. Realice un juego cautivador con su lengua mientras rozan sus labios, que deben disponerse sueltos y carnosos; nunca duros o constreñidos. Este beso, más ardiente que el primero, ha de durar más tiempo, pudiendo subdividirse en tantos besos como se crea oportuno, según la situación y el disfrute. Atento a las sensaciones que le puedan abordar en estos momentos: extraños cosquilleos, perdida de la orientación, mareos, etc. No se deje distraer por estos efectos secundarios causados por la excitación e intente disfrutarlos con fruición, son parte del juego. Vuelva a concluir el contacto con una nueva succión del labio inferior, esta vez más vigorosa y acompañada de un sentido mordisco (sin excederse en intensidad).

Aborde el último contacto (consumación) para finalizar el beso. Abra los ojos y mírela atentamente. Apoye su frente en la de ella y traslade la mano diestra (anteriormente situada en la nuca) hacia la parte lateral de su cuello, mientras la acaricia con suavidad y roza casi imperceptiblemente su oreja con el dedo pulgar. Acompañe dicha maniobra con una media sonrisa para mostrar complicidad y asegurar, más allá de toda duda, que el encuentro ha resultado plenamente satisfactorio. Lance un último beso desde esta misma posición, propinado en el labio inferior, suave, de sonoridad intermedia y ligeramente húmedo, procurando que el contacto entre ambas bocas sea completo. Y concluimos con este gesto nuestro primer beso pasional.

Son posibles otras muchas combinaciones tan válidas como la anterior, pero una máxima es coincidente en todas ellas: goce de su primer beso como si fuera el último, pues sus sensaciones perdurarán en el tiempo, y por muchos años que permanezca unido a su pareja, siempre quedará su reminiscencia para deleitarle, o atormentarle, el resto de su lacónica existencia.

lunes, octubre 31, 2011

Cumpliendo una promesa

Todo a su alrededor era verde y azul, la hierba, el cielo y aquella esquina de mar que se veía desde la ventana, Rita se había quedado dormida en sus brazos mientras que los mellizos, Gregory y Cary jugaban a los vaqueros, ella no dejaba de mirar el camino hacía la casa, en cualquier momento llegarían y no sabía como reaccionar, qué hacer, ni siquiera si dejar o no a la niña en la cuna. Siempre había sido una mujer resuelta, que, por carácter, había tenido que sobreponerse a los nervios desde niña, así que se dirigió a la habitación de la pequeña y la dejó en la cuna, el frío en el pecho que deja el desembarazarse de un bebé no era nunca reconfortante, pero aquella vez lo era aún menos. Fue a la cocina y se dispuso a hacer café, al fin y al cabo aquella mujer tenía raices francesas, igual que ella, el café era ir sobre seguro, no terminaba de entender porqué esa obsesión por impresionarla, al fin y al cabo debería ser al revés.
Acababa de apagar la cafetera cuando oyó las llaves en la puerta, el corazón le dio un vuelco, instintivamente fue a limpiarse las manos en el primer trapo que tuvo a mano y se fue al pasillo, los niños habían dejado de prestarle atención a la emboscada que recreaban y también miraban a la puerta.
Humphrey era muy educado, así que dejó pasar primero a los invitados, en primer lugar ella, con su media melena mediterránea, alguna cana entre el profundo negro y los ojos muy grandes y verdes, su marido tenía razón era muy guapa, a pesar de los años que ya habían pasado por ella, le seguía un señor alto, algo más joven que ella, con un porte muy años 50 y detrás de ellos una chica, de unos 14 años, claramente hija de ambos, labios y ojos de la madre, estructura del padre.

Ella se acercó muy rápido a Shirley y la besó en las mejillas.

- Cuánto tiempo, prima, que ganas tenía de verte- En el abrazo le apretó estratégicamente con una de las manos y miró a Humphrey, que le guiñaba un ojo desde la puerta.
- Yo también tenía ganas de verte- Contestó Shirley como pudo- Niños, saludad a mi prima Audrey- Cary y Gregory se acercaron a besar a la prima postiza.

Shirley saludo a Christian, el marido de Audrey, y a Irma, la hija de ambos, estaba bastante azorada, pero intentaba disimularlo, había demasiada familiaridad fingida con gente que no había visto nunca, claro que todo aquello tendría una razón de ser y pronto se enteraría.

- ¿Has hecho café?- Dijo la invitada- ¡Cómo me conoces! Vamos, te ayudo a servirlo- Shirley se vio guiada hasta su propia cocina sin saber muy bien como- Perdona la escena- continuó Audrey- cuando Des... Humphrey me escribió la primera vez le dije a Christian que eras mi prima, para que no hubiera ningún tipo de filtro, con el tiempo podría haberle contado la verdad, me fio de él, pero simplemente no lo hice, disculpa- suspiró profundamente- ¡Qué ganas tenía de conocerte!- Ahora, al ver su sonrisa comprendió todo lo que su marido le había dicho, era sincera, transparente.
- No sabía como tomarme esto, Humphrey habla de ti, no me da detalles, pero este último mes ha estado intentando que te cogiera cariño sin conocerte... He estado muy nerviosa...
- ¿Nerviosa? No mujer, nerviosa estaba yo, esta no es una situación normal, ni mucho menos, en cierto modo quería impresionarte, que no pensaras que él estuvo con cualquiera... No sé si me explico.

Aquella mujer que había entrado en su casa y que se había ocupado, tiempo atrás de sus cosas, estaba tan nerviosa como ella y tenía las mismas impresiones que ella, no le extrañaba que su marido se hubiera asido a ella en su ausencia, lo que le extrañaba es que no se hubiera quedado con aquella impresionante mujer.

- Yo quería impresionarte a ti... - Atajó el gesto de interrumpirla y continuó- No quería que pensaras que se fue por nada.
- Yo ya sabía que no se fue por nada.
Ambas mujeres se sonrieron, sintieron cierta comunión la una con la otra, una sensación que se tiene muy pocas veces y sin necesidad de decirse nada más se abrazaron y lloraron.
- ¿Traéis el café?- Humphrey apareció en la cocina- Es que no sé que hablar con tu marido, no sé que le has contado.- Él agarró por la cintura a su mujer y la besó en la mejilla- ¿Por qué lloráis? ¿Os habéis estado peleando por mi?- Humphrey levantó la ceja- Sé que soy irresistible, pero no es para que os peleéis.
- Te podías haber quedado tú con él.- Dijo Shirley a modo de broma.
- De eso nada, tu lo viste antes.

Los tres rieron. fueron al salón, bromearon, continuaron con la piadosa mentira y disfrutaron de sus compañías, desde entonces Humphrey no volvió a intercambiar correspondencia con Audrey, fue Shirley la que continuó aquella relación, el cuidado por el mismo hombre las unió para siempre.

domingo, octubre 23, 2011

La Primera Vez (carta de presentación)

Hay una primera vez para todo, o al menos eso aclama el dicho popular. Una frase sencilla que, además de describir una realidad irrefutable, guarda una profunda reflexión sobre nuestros actos, las causas que nos llevan a realizarlos y sus consecuencias. Y ésta es la primera vez que escribo en un blog. La primera que publico mis pensamientos, mis experiencias, mis inquietudes y, sobre todo, mis sentimientos, y los expongo a la opinión del gran público.

Como toda primera vez que se precie, el miedo a lo desconocido y los nervios por la incertidumbre están presentes. Pero también hay ilusión y esperanza: ilusión por formar parte de este proyecto y haberme decidido, después de muchos años, a dar un paso hacia delante como escritor y compartir mis obras con todos vosotros; esperanza de que juntos disfrutemos de esta trepidante aventura que es leer y escribir.

Pero más allá de estas reflexiones, esta no sería una buena presentación si no me diera a conocer, explicara mis motivaciones e hiciera, por supuesto, una buena declaración de intenciones:

Mi nombre es Sergio -mi hermano, con tan solo ocho años, lo eligió especialmente para mí-. De mi padre tomé el apellido García, y de mi madre Martín -muy españoles, demasiado frecuentes para mi gusto-. Nací, hace ahora treinta años, seis meses y seis días, en la Bola Azul de Almería -pertenecí a la última generación que vio por primera vez la luz en este antiguo hospital-. Mi parto, como el de casi todo el mundo, esconde una tierna historia digna de ser contada, aunque, disculpadme que os diga, no será en este momento ni en este lugar, cuando y donde lo haga.

Desde bien pequeño siempre me han llamado más la atención los números que la letras, confesión que en boca -o en manos- de un pretensor a escritor es, cuanto menos, sorprendente. Pero así era y así sigue siendo, y quizás por eso piense que este arte no está reservado únicamente para los puristas de la literatura. Leer es cantar, y escribir hacer música con las palabras como los compositores hacen música con las notas. Y si os paráis a pensar un instante, quizás descubráis que escuchar una sinfonía y leer un relato, tienen muchas cosas en común. Las palabras tienen musicalidad, las frases ritmo y los párrafos melodía, y cuando se lee o se escribe se puede sentir esta armonía como se siente cuando escuchamos a una orquesta. Y es precisamente aquí donde, creo yo, puede residir mi talento, pues para la escritura, como para la música, se necesita un buen oído, y de eso afortunadamente nunca me ha faltado.

Por desgracia el talento no es suficiente... hay que acompañarlo con una gran dosis de esfuerzo y disciplina. Se dice que el buen escritor se hace leyendo, que practica todos los días, y aún cuando está triste, desanimado, carente de inspiración o cansado hasta la extenuación, debe tener la voluntad necesaria para seguir haciéndolo. Si esto fuera cierto jamás seré un buen escritor, pues la constancia y el sacrificio no son precisamente unas de mis virtudes. Aún así nunca dejaré de escribir, con la ambición de hacerlo cada día mejor y a la espera de que, en algún momento de mi vida, el mundo reconozca el talento del que presumo.

Pero, ¿por qué escribimos? ¿Por qué nos acucia la necesidad de contar historias para que otras personas las lean, compartiendo nuestra pasión e inmortalizando nuestros pensamientos? Algo aparentemente tan nimio, tan característico del ser humano y, sin embargo, tan difícil de explicar. Yo comencé a escribir, hace muchos años, porque era una manera sencilla de convertir en realidad mis sueños. Todas las locas ideas que me invadían sobre mundos fantásticos y extraños personajes, se hacían más palpables cuando se tornaban a escritas. Más tarde descubrí que me servía como medio para aliviar mis frustraciones, como si el papel fuera un fiel confidente siempre dispuesto a escuchar nuestras penas. Las razones pueden ser cuales quieran, lo importante es que cuando tienes algo que decir y no te bastan los gritos para ser escuchado, esta es la mejor manera de conseguirlo. Yo os animo a que, si no lo habéis intentado, juguéis a ser escritores por un día y averigüéis vosotros mismos, porque escribir es algo tan maravilloso.

Esta es mi primera vez, pero os garantizo que no será la última. Hasta entonces un cordial saludo a todos y disfrutad de la lectura.

Agradecimientos:

A Estrella por brindarme esta oportunidad. Nos conocimos hace muchos años, aunque perdimos el contacto. Ahora, dos décadas después, nos reencontramos para descubrir que compartimos afición, y que ambos la practicamos con el mismo entusiasmo. Gracias por reconocer mi talento cuando yo no creía en él.

A María por ser mi inspiración. Amor, tu has conseguido ilusionarme con tus palabras, que confíe en mí mismo cuando me costaba tanto hacerlo. Gracias por tu apoyo, sin él escribir no sería lo mismo.

viernes, octubre 21, 2011

Depende del muerto

Es una cuestión cultural, que no sé muy bien si es de procedencia judeocristiana o de procedencia pagana, el hecho de que le tengamos tanto respeto a la muerte, de los muertos no se habla mal, hay que guardar silencio ante ellos, observarles durante toda una noche, los exponemos para que nuestros amigos, familiares y otras gentes les presenten sus respetos y nos ponemos en fila en repetidas ocasiones, en unos sitio más y en otros menos, para que la gente nos recuerde lo tristes que debemos estar. Quiero que conste que el acto del velatorio no me parece mal en absoluto, al contrario creo que responde a la necesidad básica de la despedida, el tránsito que los vivos necesitamos para hacernos a la idea de que esa persona ya no está entre nosotros, lo que me sorprende es que se suele ser muy respetuoso con respecto a la muerte hasta que muere alguien "famoso".
Podemos empezar por la imagen de la ejecución de Sadam Hussein, de muy mal gusto, porque no sólo observábamos al exdictador muerto metido en un saco, sino que además vimos su llegada a ese estado, no hace mucho nos encontrábamos con la noticia de que el terrorista más buscado había muerto a manos de militares estadounidenses, nadie lo creyó, poco después difundieron una imagen muy truculenta de un cadaver con un tiro en la cara, absolutamente desagradable, después de ver la instantánea muchos no creímos que fuera verdad, el cadáver arrojado al mar con una excusa malísima sobre un ritual musulman, hasta que Al Qaeda no confirmó la muerte, fueron unos cuantos días de controversia, a pesar de las imágenes ¿Era realmente necesario enseñarnos aquella cara reventada o aquella ejecución? ¿Es necesario que ahora Gadaffi se nos presente de la misma manera?
Es lógico que cuando la muerte de alguien supone una victoria moral se quiera comprobar dicha muerte, pero con respecto a nuestra vida cotidiana guardamos un respeto a los muertos que no seguimos cuando estos son simplemente famosos, porque no es necesario que sean tiranos para que se produzcan estas situaciones ni es un fenómeno nuevo, ya lo vimos con Jesse James, Ernesto Guevara, el cadáver calcinado de Goebbles y sus pequeños hijos en una fila macabra.
Hay casos realmente estrambóticos,  tenemos a la adorada Eva Perón, de la que no se sabe que es más importante, si su mandato como presidenta argentina o la historia de su momia, que fue expuesta desde 1952 hasta 1955, año en el que el cadáver fue secuestrado, un general lo instaló en su despacho de pie y allí lo tenía, entre sus papeles, la cara de la hermosa y muerta por cáncer, después fue trasladado a Italia, se enterró en Milán bajo un nombre falso, fue desenterrado y entregado a su esposo, que se encontraba en Madrid y tuvo el cadáver de su mujer en el sótano de la casa hasta que volvió a Argentina, donde fue expuesto de nuevo y enterrado en el año 76, 24 años después de su muerte, sin duda el Doctor Pedro Ara hizo un trabajo de embalsamamiento asombroso, ya que el cuerpo permaneció incorrupto, excepto por un dedo que le fue arrancado en la primera etapa de su muerte.
En otras ocasiones es nuestro ferviente amor el que nos hace transgredir esas normas culturales que nos impone la muerte, como fotografiar el cadáver de River Phoenix, Anne Nicole Smith, Marilyn Monroe, John F. Kennedy y tantos otros a los que necesitamos ver muertos para creernos que han muerto, si al menos respondiera al extraño rito de fotografiar al muerto para preservar su alma como pasó a finales del Siglo XIX, formaría parte de ese ritual luctuoso, pero no es así. Perdemos todo el respeto ante la muerte, toda la superstición y nos gana el morbo de forma completamente innecesaria es más ocasiones de las que son tolerables,

jueves, octubre 20, 2011

Un nuevo autor

Hace algún tiempo estuve pensando en la cantidad de literatos buenos e incipientes que tenemos en Almería, la lista de blogs destacados ya os han puesto sobre aviso, ahora, haciendo uso de mi experiencia bloguera, he acogido a otra promesa de las letras españolas y candidato, como todos nosotros, a formar parte de la Generación del 11, apareceremos en los libros de texto del futuro, si no os lo creéis sólo tenéis que darnos tiempo.

Y ahora, sin más preámbulo os presento a Sergio García, este joven almeriense nació con el gusanillo de la literatura y en estos últimos tiempos ha perfeccionado y aumentado su producción literaria, por lo que es un placer para mi acogerle en este blog y permitir que todos vosotros disfrutéis de su estilo único y apasionante, sin duda su literatura no os dejará indiferentes y aumentará la calidad de este blog sobremanera.

Espero que le brindéis una calurosa bienvenida a nuestro nuevo autor.

martes, octubre 18, 2011

Tu exuberancia me nula el juicio... o me anula... no sé



Los personajes del siguiente relato son ficticios cualquier parecido con la realidad es fruto de la más pura casualidad.


- Tengo un problema tremendo- dijo dándole una calada profunda al cigarro.
- A ver, cuenta.
- Está muy buena, muchísimo- parecía realmente destrozado, se pasó la mano por la cara como si así fuera a deshacerse de tamaño problema.
- Te compadezco, no sé como puedes con ello, y yo estaba pensando en lo jodido que está el empleo estos días- Miraba a su amigo con la ceja levantada.
- Vete a la mierda, si fuera menos guapa la habría dejado, tenemos en común el cine chorra y los videojuegos en 8 bits, que me la quiero tirar a todas horas y ella se deja...
- Me estás dando una pena que no te imaginas... no sé si quitarme los calcetines sudados y pegarte con ellos en la cara...
- Joder ¡Es que es muy lerda!
- Tampoco será para tanto y si lo es lo disimula estupendamente, yo no he notado nada.
- Son sus labios gruesos, su nariz recta, sus ojos verdes, sus tetas imponentes...- miró al infinito durante unos segundos, demasiados segundos, con un extraña sonrisa en la cara- ¿Ves? Te agilipolla, por eso no notas que es tonta perdida. El otro día me dijo que no pensaba vivir nunca en Italia porque probó a estudiar latín y era un idioma horrible.
- ¿No te dijo que no viajaría en el tiempo a Roma?
- No, no lo dijo.
- Bueno, un desliz lo tiene cualquiera.
- Claro, atento a esta que se me ha quedado grabada- puso un dedo en alto y comenzó a declamar imitando la voz de su novia- "Cariño no pasa nada si tiro las cáscaras de las pipas al suelo, porque el suelo es naturaleza y las pipas salen de la naturaleza y la naturaleza es natural"
- Tiene sentido.
- Qué es tonta perdida, me confesó que de pequeña todos las niñas la trataban mal porque le gustaba a todos los niños e intentó suicidarse.
- Eso es muy triste.
- Intentó cortarse las venas con la maquinilla de afeitar de su padre ¡La maquinilla eléctrica!
- Sigue siendo muy triste, pobrecita que mal lo debe haber pasado.
- La cosa es que no sé como dejarla, porque cuando me mira me vuelvo de mantequilla, hace conmigo lo quiere, tienes que ayudarme.
- Eres tonto, esas cosas son nimiedades, no me sorprendería que fuera de broma.
- Da igual, por ahí viene, que guapa es- y la amargura se esfumó de su rostro.
- Mira amor, me he comprado una powerbalance, dicen que te da equilibrio.
- Vida mía, si la empresa quebró porque demostraron que no servían para nada.
- Siempre jorobando al pequeño empresario, claro que funcionan yo he notado que ando mejor, mira- La susodicha se dio un garbeo por delante de los dos muchachos- ¿Veis?
- Lo vemos, lo vemos, andas mucho mejor, anda cariño, vámonos a casa.
- ¿Es que tienes algo imporante que decirme en privado?
- Te voy a estar diciendo toda la noche lo mucho que te quiero tal como eres.

jueves, octubre 13, 2011

Mis remansos de paz

Todos tenemos un momento especial que rememoramos cuando no nos sentimos bien, un lugar al que viajamos  cuando estamos a disgusto, lo cierto es que yo tengo varios, cuando necesito relajarme mi sitio es Mónsul al atardecer en Septiembre, con el color naranja del cielo, la arena gris, la temperatura perfecta, la brisa que te toca con suavidad, consolando. Cuando estoy triste me voy a los brazos de él, la mayoría de las veces, tengo la suerte de que puedo hacerlo físicamente, pero si no está no es difícil rememorar sus abrazos acunándome y noto su olor, igual que cuando me acuna en vivo lloro más, me enternezco, pero es sólo la tormenta previa a la calma. Otras veces me pongo nerviosa, entonces me siento bajo un chopo, donde la luz casi ni me alcanza, oigo el riachuelo que corre a escasos centímetros de mi y no me calmo, porque yo nunca estoy en calma, pero me relajo sensiblemente.
 El lugar más extraño al que viajo llega a mi cuando me desespero en clase, cuando estoy cansada, la primera sensación es el aroma a jazmín y al punto se me pone una sonrisa de oreja a oreja, porque es el aroma de mi profesora de historia de primero, después de su perfume llega a mi su voz calma, su sonrisa de oreja a oreja y su palabra justa, ella me enseñó a tomar apuntes de forma eficiente, fue curioso cuando nos reunimos en la universidad, que gozada sentarse a su lado, esa fantástica sensación de estar en su clase volvía sin esfuerzo a través de su perfume y cuando comparábamos los apuntes eran calcos, ella me enseñó y es algo que viajará conmigo siempre, quizá por eso me reconforta tanto volver a aquel aula, con la luz de la mañana, sus camisas blancas y su sonrisa plena. No había nada que te pudiera contar que no te interesara, no había un momento aburrido, ni un dato sin sentido. Sin duda alguna, en estos momentos, en los que no me permito huir de clase y tengo que volver a los tiempos de instituto y a la dinámica diferente, vuelvo a aquellas clases, que a pesar de ser clases y a pesar del tiempo, me siguen haciendo la jornada más llevadera y me permiten recordar a mi profesora, mía y de nadie más, única e inigualable.


A María Dolores Guillén.

miércoles, octubre 12, 2011

El inicio del cambio

Un jueves, a última hora de la mañana, de sorpresa, recibo una llamada de mi madre "Es del instituto que se ha quedado libre una plaza, llama en 15 minutos" evidentemente mi primera reacción fue genial, estupendo, este año no tendría que estar mirando al infinito y lamentándome por haber dejado la universidad, al día siguiente tenía que cumplimentar la matrícula sin falta, así que a pesar de que esa misma mañana salíamos de viaje a Córdoba me las apañé para hacerlo todo, previa pérdida de las fotos que llevaba preparadas y después de dos instantáneas en un fotomatón, una de ellas con una mancha un tanto sospechosa.
Después del viaje y con el cansancio de los juegos de mesa a la espalda me tocó ir a clase, me personé en la puerta del instituto a las 15.20 porque no le tengo cogido el tranquillo a esa línea de bus, pensando que sólo tendría que esperar 40 minutos, que en realidad fueron 70, porque la información que me habían dado el viernes anterior era que las clases eran de 16.00 a 22.00 y no de 16.30 a 22.30, así que allí me tienen, hecha un manojo de nervios, pasando un calor de padre y señor mio y viendo que a las 16.00 ni abren el instituto ni allí se presenta nadie, poco después para mi sorpresa llegó un grupo de chiquillos, les pregunté a que módulo pertenecían y... no, no eran del mio ni sabían donde los míos daban clase, porque no iban a ser las cosas fáciles, precisamente, después pregunté a otro grupo, tampoco eran de los míos. Sé que estáis gritando "Pregunta en conserjería", yo también lo hice, con tan mala suerte que ambos conserjes eran nuevos en el centro y no tenían ni idea de quienes eran los profesores, dónde estaban las aulas ni de donde tenían la cara, al menos uno de ellos, así que estuve 20 minutos dando vueltas, hasta que un caritativo compañero salió a por tiza y me guió hasta la que será mi segunda casa este curso, con sus ordenadores desfasados y sin conexión a internet, sus profesoras guapas, no las conozco a todas todavía, pero por ahora son todas las que están y mis nuevos compañeros, con los que sin duda me iré a haciendo poco a poco.
Lo cierto es que no tenía muchas esperanzas en el módulo, al fin y al cabo no era mi primera opción, pero tampoco está tan mal, resulta más interesante de lo que yo creía y la seño de informática hace bonito en clase, que siempre es de agradecer. También es cierto que me he propuesto no volver a dejar nada a medias, así que me esperan dos añitos de esto y luego ya veremos, por ahora la cosa se está encaminando bien y eso que parecía que no había luz al final del túnel.

sábado, septiembre 24, 2011

El Satélite

Tenías tu mano posada en mi cintura, yo charlaba animadamente con Emma, me di la vuelta para mirar otra cosa en el mercadillo y entonces lo vi caer, más que caer lo vi aterrizar, se veían los haces de los estabilizadores de vuelo e iba cayendo poco a poco. "no es posible- pensé- habrá caído muy lejos, yo lo he visto muy cerca, pero no puede ser, de hecho, igual ni lo he visto, me lo he imaginado" la gente a mi alrededor no gritaba no estaba alborotada ni azorada, ni siquiera miraban al cielo, me giré y te dije "¿Has visto eso?" si, lo he visto, será el satélite que tenía que caer estos días, pero se parece mucho al módulo lunar" sin decir nada más empezamos a caminar en dirección al supuesto satélite, no vimos en ningún momento los camiones del ejército, pero cuando llegamos a la altura de la calle Memorias había un camión verde, con la matrícula presidida por las letras ET que nos cortaba el paso "No se puede cruzar" nos dijo el soldado que se sentaba en el asiento del conductor "pero vivimos al otro lado" le contesté, "lo siento, pero nadie, bajo ningún concepto puede pasar, lo siento.
Intentamos rodear por paseo de la caridad, pero estaba igualmente cortado, igual que la calle regocijos y el resto de accesos, no podíamos llegar a casa de ninguna manera, así que como el resto de gente que esperaba que se les diera paso nos instalamos en la Puerta de Purchena, para esperar que los militares nos dieran acceso, tú ibas y venías buscando a tus padres, seguramente tu padre estaría en el cordón de seguridad, hasta que una de las veces regresaste alterado, me levantaste del suelo y me dijiste al oído: "No es el satélite, parece tecnología extraterrestre" me quedé con la barbilla puesta en tu hombro y con los ojos abiertos como platos  ¿A caso eramos extras de un capitulo de Doctor Who y nadie nos lo había dicho? "Nadie debe enterarse, no hay que asustar a la gente" respiré hondo y me repuse. Estuvimos sentados en el suelo durante un tiempo indeterminado hasta que un militar nos tiró un par de chalecos antimetralla "Necesitamos a todo el mundo, gritó", nos besamos como si fuera la última vez y nos perdimos el uno del otro en el trajín. 

domingo, agosto 07, 2011

el enfrentamiento del JMJ

El próximo 11 de Agosto comienzan la Jornada Mundial de Juventud (JMJ) en Madrid, con la polémica visita Papal, con este tema no puede más que hervirme la sangre, pensaréis que me parece fatal que se paguen 50 millones de euros en la visita de un líder religioso en concepto de seguridad e infraestructura, que en este país laico se de cobertura a un acontecimiento religioso de estas dimensiones, pero nada más lejos de la realidad.
Siempre he tenido mis ideas muy claras y no comulgo con la iglesia católica, en realidad no comulgo con ninguna religión en concreto, tengo una manera concreta de vivir mi vida y de afrontar el "más allá" que no tienen nada que ver con ninguna religión, pero dentro de la claridad de mis ideas siempre ha estado presente la huida de los fundamentalismos y tan malo me parece aquel que me desprecia porque no creo en lo mismo que él como aquel que me desprecia porque en muchas ocasiones he tenido que salir en defensa de la religión.
¿Cómo se me ocurre salir en defensa de la visita Papal si yo hace mucho tiempo que renegué de la iglesia Católica? Lo que a mi me cuesta trabajo concebir es como veo a gente coherente, críticas con el mundo que les rodea y con facilidad de argumentación, hablar sobre este tema como talibanes, unos como talibanes de Jesús y otros como Talibanes del ateísmo.
 Siendo lógicos la JMJ cuestan mucho dinero, pero atraen a más de un millón de personas con una fé concreta, que han cogido aviones con compañías españolas, que se alojan en nuestros hoteles, que compran en nuestros comercios y que vienen semanas antes de que empiece el acontecimiento, por lo que el dinero que nos cuesta que venga Benedicto queda más que amortizado, sin hablar de la publicidad que trae consigo un acontecimiento de tales dimensiones. Cuando millones de peregrinos visitan Santiago de Compostela cada año nadie se queja, probablemente porque somos todos conscientes de que a pesar del carácter religioso del camino no deja de ser un aliciente turístico, claro que también sabemos que no hay que ser un ferviente creyente para hacer el camino y disfrutar de la paz que conlleva. Entiendo que la iglesia católica ha cometido muchos errores y sigue cometiéndolos, que es una institución anacrónica que no pinta demasiado en una sociedad moderna, pero es el momento de dar razones argumentos válidos, empezando porque se pagan las visitas, incluyendo los operativos de seguridad, de todos los jefes de Estado y el Vaticano no deja de ser un Estado y Benedicto XVI no deja de ser el jefe de ese Estado, en el caso de que Isabel II de Inglaterra nos visitara tendría todos los gastos pagados y además vendría un líder religioso ya que ella es cabeza de la iglesia Anglicana (como todos los reyes ingleses desde Enrique VIII) la gran diferencia, reitero, es que Isabel II no va a mover a una masa ingente de fieles que gasten dinero en mis comercios, utilicen mis hoteles y mis líneas aéreas, ya ya sé que los jóvenes participantes en el evento están alojados, pero muchos vienen antes, otros se van después, hay que tener presente que es un acto que mueve mucha gente de fuera de nuestras fronteras.
Por otro lado, si el Estado es Laico tengo que respetar la constitución y dejar que cada cual profese su fe, dentro de unos límites, pero claro confío en que esta masa de peregrinos cristianos no van a hacer sacrificios humanos ni animales.
Quizá la protesta más lógica sería que se amparen también actos de otras religiones y que el dinero que se destina con la Renta a la iglesia se reparta para "instituciones religiosas" independientemente de su signo, pero ese es otro tema.

Si con esta entrada he ofendido a alguien quiero pedirle disculpas no es mi intención ofender a nadie ni que nadie me denuncie por dar mi opinión.

martes, julio 19, 2011

Mi niño es el más guapo

Hoy he terminado de corregir erratas de un proyecto que lleva en marcha un año y medio, la cosa es que me lo he tenido que volver a leer después de los dos repasos anteriores y tengo un problema, se ha creado un vínculo maternal con ese proyecto, sé que no soy lógica ni objetiva, porque mi niño es el más guapo, cada vez me gusta más, creo que está al nivel de otros que objetivamente son más guapos y más listos que él, desde luego el mio todavía sufre las deformidades de la pubertad, pero lo que le queda es un poco de chapa y pintura y de ahí a la presentación en sociedad, que espero no se demore demasiado, yo sé que mi niño, por muy adolescente que parezca es muy maduro y podrá desenvolverse en el mundo de los adultos, pero ¿qué voy a decir yo que soy su madre?
Definitivamente es curioso como se desarrolla esa relación uterina, como si yo hubiera albergado durante meses un amasijo de palabras en mi vientre y ahora lo estuviera viendo crecer, claro que cada cosa que se escribe forma parte de ti, pero esto es otra cosa, con personalidad propia y yo no puedo más que admirarlo tácitamente, como una buena madre.

Winchester, comming soon

martes, julio 12, 2011

Brainstorming

 Estos días hay un grupo de gente a los que llaman tecnozombies, que se sacan los iphones o las blackberrys del bolsillo y no se relacionan con aquellos que tienen al rededor, cuando se me enciende la bombilla ya no paro, la tormenta viene fuerte y no dejan de caer ideas tras otras que dan forma a algo más grande, saco mi libreta en un frenesí mental y mientras los demás hablan de la última partida en el street fighter o la sentencia de la Campanario y escribo cosas que a los demás le parecerían sin sentido, preguntas, frases sueltas, un poco de argumento por aquí, una descripción física por allá. Me sacan del letargo de tener una idea enquistada que no coge forma, no me importa cuánto se griten los que están al rededor, ni que dicen, ni que hacen, pero lo cierto es que sin ese movimiento a mi alrededor probablemente la tormenta de ideas se habría quedado en un chubasco leve y siempre tengo la oportunidad, si me atasco, de levantar la cabeza hasta que la lluvia vuelve a caer.

miércoles, julio 06, 2011

Bailarinas de Escayola

Colocaba bebidas en una mesita endeble, calzada con tacón alto, vestía un traje de baño dos piezas, short y bustie, en blanco con lunares rojos, rojo era también el color de su barra de carmín y su pelo, era una Pin Up, yo la miraba desde el otro lado de la piscina maravillada por su figura, su tez blanca y su perpetua belleza. Y échaba el ojo a mi madre, hablando con ella son su bañador negro tapando bien las cartucheras, el pelo revuelto medio mojado medio seco, con algunas arrugas marcándole el rostro, ella era perecedera, vulgar, sencilla a más no poder. Nuestros padres llegaron poco después, el mio besó a mi madre y se mojó el polo, así que se lo quitó y se lanzó al agua con ella, ambos reían sin parar, jugaban como niños. El padre de Samuel le dio una sonora palmada en el culo a su perfecta Pin Up, cogió su bebida y se sentó a leer el periódico.
Entonces me fijé en mi madre de nuevo, que jugueteaba en la piscina, aquello no eran arrugas, eran la conclusión lógica de una vida feliz, las patas de gallo y los paréntesis permanentes de la sonrisa, no llevaba un traje de baño que tapara las cartucheras, llevaba un bañador elegante, como era ella, tenía la piel menos fina que la madre de mi amigo, pero es que estaba curtida al sol, de tener una vida fuera de cuatro paredes, como la madre de Samuel, que parecía perfecta, no tenía una arruga, pero en realidad parecía una figura de porcelana a la que se le va a caer el esmalte en cualquier momento, guardada en una vitrina para evitar su deterioro.

domingo, julio 03, 2011

¿El final de la SGAE?

Se veía venir, los hemos llamado mafiosos, los hemos llamado ladrones, ya estamos en las mismas que hace dos entradas, si todos lo sabíamos ¿por qué no habían detenido a Teddy Bautista antes?
Estamos todos muy contentos de que hayan detenido a este señor, pero no echemos las campanas al vuelo, estamos todos muy seguros de que está pringado hasta los ojos, pero puede que le casquen una multa y poco más y lo que es peor, es más que probable que el sistema de la SGAE cambie sólo un poquito, sólo para poder pasar las auditorias y todo siga como hasta ahora, pagando un canon que te trata como si fueras un delincuente y por el que no quedas exento de reproducir para tu uso lo que te de la gana, muy probablemente la SGAE seguirá repartiendo el dinero de derecho de autor y en concepto de canon digital como a ellos mejor les venga dando grandes ventajas y cantidades a los que más tienen y dejando en la estacada a los que se hacen socios de la SGAE porque no les queda más remedio.
La experiencia me dice que pocas veces aquello que parece que traerá un gran cambio realmente lo trae, esto seguirá siendo una lucha de todos día a día, porque igual que somos muchos pidiendo que la cultura sea libre y que se haga una gestión justa de los derechos de autor, hay mucha sanguijuela detrás de Teddy Bautista que no le está acompañando en el calabozo.

domingo, junio 26, 2011

Una parte del mundo ideal

Me gustaría vivir en un mundo en el que mi género no determine el comportamiento de los demás, ni para que me traten como un ser inferior ni para que me traten con pies de plomo con tal de no ofenderme.
Me gustaría vivir en un mundo en el que las empresas no tengan problemas en contratarme porque en cualquier momento puedo traer hijos al mundo, sin la posibilidad de compartir mis responsabilidades con el donante de esperma, tener más tiempo de baja maternal sólo disuade a los empresarios de contratarme en lugar de a un hombre, mientras que la posibilidad de proporcionar la baja tanto a un hombre como a una mujer nos hace estar más igualados.
Me gustaría vivir en un mundo en el que la solución no fuera dejar que una niña de 16 años aborte porque puedan echarla de casa, sino que la educación sexual se nos proporcione sin tabús, se fomente la conversación en los hogares para evitar quedarme embarazada a los 16 años y para que en ningún caso tenga problemas al contárselo a mis padres, dejando obsoleta una ley controvertida que está bien planteada sobre el papel pero flaquea en la práctica.
Me gustaría vivir en un mundo en el que la virilidad no se vea afectada por poner una denuncia a tu mujer si te maltrata, ya sea física o psicológicamente, donde tanto mujeres como hombres estemos educados para actuar de forma efectiva ante el maltrato.
Me gustaría vivir en un mundo en el que las leyes me protejan como persona que soy, dejando de lado mi género, que por fin deje de determinarme sólo lo que tengo entre las piernas.
Me gustaría vivir en un mundo en el que se ha dejado de hablar de valores absolutos: A las mujeres les gusta esto y a los hombres aquello, las mujeres se comportan así y los hombres asao.

Dedicada a Loli Lázaro y Paco Gil

miércoles, junio 22, 2011

Volver a empezar

Siempre se escuchan cosas como "volvería a los 16" o "volvería a los 18 sabiendo lo que sé ahora" yo no, jamás de los jamases, si pudiera volvería a mi más tierna infancia, a los veranos en el pueblo con mis hermanos, a cepillarle el pelo a mi hermana, a ver el grand prix, porque no había otra cosa, a que mi hermano voleara mis escuálidos 15 kilos en la playa para zambullirme en el agua, a jugar con mis primas a las tiendas y a las noticias, pero sobretodo volvería para descubrir.
A cierta edad todo es nuevo, cada día hay mil descubrimientos que hacer, cada capítulo de "el mundo de Beakman" te daba algo interesante que hacer, los bases hacen reacción con el ácido, mira como burbujea el bicarbonato al contacto con el limón y ¡Anda! también con el vinagre, siguiendo esta base puedes conseguir que los huevos boten, ya que el vinagre se come el calcio de la cáscara y sólo queda la telilla... todos los experimentos... por suerte esta serie sigue siendo igual de guay cuando la ves con 25 años, pero evidentemente la mayoría de cosas ya están descubiertas y no es lo mismo.
Ahora ves las mismas series que veías a esa edad y no son lo mismo, los caballeros del zodiaco te parecen cutres, Alfred J Kwak da rabia de lo feliz que es y Azuki no tiene ni pajolera idea de lo ingratas que pueden llegar a ser las relaciones sentimentales. Desde luego hay otras, como El Conde Patula, que no pierden su esencia, pero, igual que con el Mundo de Beakman, ya están descubiertas, ya no es lo mismo.
Cuando veo a mis sobrinos flipando con Dora la exploradora o con Pocoyó, no tengo más remedio que sentir cierta envidia.
Claro que el descubrimiento nunca termina, es una de las cosas maravillosas del Ser Humano, pero la emoción que se siente siendo niño con respecto a lo nuevo, nunca volverá, así que no nos queda nada más que esperar que lleguen nuevos descubrimientos que nos transporten a la emoción que se siente cuando se es niño.

domingo, junio 19, 2011

Pan y Circo

Empezando porqué estoy completamente a favor de las manifestaciones y de los puntos principales que propone el movimiento 15m, mi reflexión no deja de ser eso, no pretendo hacer una crítica.


A la plebe romana se la mantenía tranquila con Pan y circo, las cosas no han cambiado demasiado, en realidad las gentes se levantan, se manifiestan, se atrincheran, se unen por el cambio, pero ¿Cuándo?
La ley electoral necesita un cambio desde el inicio, pero tragando con que por fin podemos votar nos callamos y así hemos seguido los treinta y pico años siguientes sin decir nada de la ley electoral, porque teníamos pan y circo, sobretodo pan.
Los beneficios de la clase política también existen tiempo atrás, también sabíamos que deberían suprimirse, pero qué más nos daba que ellos cobraran una pensión vitalicia si nosotros teníamos nuestro trabajo, nuestra estabilidad económica y todo el entretenimiento del mundo, mucho pan y mucho circo y la boca cerrada.
Mientras que nuestros políticos estaban metiendo mano en las arcas disimulaban su corruptela con un centro comercial de la muerte aquí, un paseo de palmeras allá, una urbanización del carajo por aquí y un montón de rotondas por allá y todos hemos llegado a hablar de lo que le pagaban este o aquel o de quien son esos terrenos y que calificación tenían antes, pero "como hace tantas cosas por el pueblo ¿qué más me da que se lleve un millón o dos más?" cuánto pan y circo nos han dado que durante mucho tiempo se ha defendido lo que ahora queremos suprimir por todos los medios.
Todos hemos visto la fiebre del ladrillo, la falta de fuerza de trabajo, a los chavales que no querían estudiar, pues a la obra, la burbuja inmobiliaria la hemos visto formarse y nos limitábamos a decir "ya bajarán los precios" cuando todos sabíamos que bajarían cuando esta situación reventara, porque sabíamos que iba a reventar y sabíamos que eso provocaría una crisis bestial, no había que ser economista para darse cuenta, quizá lo único que se nos escapaba al común de los mortales que esta situación iba a sucederse en gran parte del mundo, pero aún así nosotros parecemos no levantar cabeza mientras que el resto de Europa repunta ¿Por qué no dijimos nada cuándo estábamos a tiempo? porque teníamos pan y circo.

martes, junio 07, 2011

Después de...

El bloqueo es, probablemente, la sensación más desagradable que puede vivir alguien sin llegar a tener una enfermedad diagnosticada.
Anteriormente hemos llegado a la conclusión de que tenemos una necesidad casi física de escribir, por lo que manifestamos síntomas anteriormente descritos de forma compulsiva, hasta que llega un momento en el que esas páginas en blanco nos aterrorizan, los pensamientos cíclicos se tornan oscuros y el picor de las manos se extiende por todo el cuerpo provocando un estado de nervios constante. Estas sensaciones se pueden reprimir de varias maneras:
Puedes escribir sobre lo terrible que es el bloqueo, lo que en realidad es un paliativo temporal, es como alargar el mono, pero este caso es bastante útil.
Otra opción, aunque no es recomendable, es suprimir los síntomas, durante un breve periodo de tiempo puede funcionar, pero llegado cierto momento nos sume en la oscuridad, llegando a afectar a aquellos que nos rodean, en este estado te pareces bastante a alguien falto de sueño, que vaga por el mundo constantemente cansado e iracundo, porque al fin y al cabo, para algunos, escribir es una necesidad fisiológica tan básica como soñar, de hecho es casi una extensión de los sueños, y sin llevar a cabo esta función no nos regeneramos, no vivimos. Nuestro estado de desesperación puede llegar hasta tal punto que provoquemos situaciones no deseadas con tal de encontrar un detonante para salir del bloqueo.
La mejor opción, que se puede (o debe) combinar con la primera, es sin duda buscar un detonante, evitando las confrontaciones directas, para esto tenemos que transformar nuestra forma de ver el mundo, posicionándonos como la voz omnisciente, el paseo es un gran recurso, pues nos permite la observación furtiva de nuestros congéneres, lo que suele ser una buena fuente de inspiración, así como utilizar este tiempo muerto para enriquecer la que será nuestra obra leyendo mucho, principalmente, así como realizar otras actividades culturales, como ver cine, visitar museos y escuchar música, la gran cantidad de actividades nos acabará proporcionando una idea cualquiera, con la que hay que ponerse manos a la obra sin esperar un instante.
No tiene porqué ser una gran novela, ni siquiera una corta, con un relato o un poema nos basta, de repente sentimos que nuestra alma se aligera; como una noche dormida del tirón, despertamos nuevos, eufóricos y seguros de que a partir de ese momento todo será mejor.
Pero indepedientemente de todos los recursos para salir de este atolladero lo mejor es no llegar nunca a él ¿Cómo? Escribiendo todos los días, dicen los expertos, aunque sea un diario, aunque sean anotaciones, sacar y estimular los pensamientos cíclicos, pero la realidad es que pocos lo hacen y lo cierto es que puedes caer en el bloqueo por mucho que escribas a diario, pero tampoco se sale de él sin trabajo, "la inspiración está en el culo" dicen por ahí,  y sin trabajo el talento se desperdicia.