sábado, septiembre 24, 2011

El Satélite

Tenías tu mano posada en mi cintura, yo charlaba animadamente con Emma, me di la vuelta para mirar otra cosa en el mercadillo y entonces lo vi caer, más que caer lo vi aterrizar, se veían los haces de los estabilizadores de vuelo e iba cayendo poco a poco. "no es posible- pensé- habrá caído muy lejos, yo lo he visto muy cerca, pero no puede ser, de hecho, igual ni lo he visto, me lo he imaginado" la gente a mi alrededor no gritaba no estaba alborotada ni azorada, ni siquiera miraban al cielo, me giré y te dije "¿Has visto eso?" si, lo he visto, será el satélite que tenía que caer estos días, pero se parece mucho al módulo lunar" sin decir nada más empezamos a caminar en dirección al supuesto satélite, no vimos en ningún momento los camiones del ejército, pero cuando llegamos a la altura de la calle Memorias había un camión verde, con la matrícula presidida por las letras ET que nos cortaba el paso "No se puede cruzar" nos dijo el soldado que se sentaba en el asiento del conductor "pero vivimos al otro lado" le contesté, "lo siento, pero nadie, bajo ningún concepto puede pasar, lo siento.
Intentamos rodear por paseo de la caridad, pero estaba igualmente cortado, igual que la calle regocijos y el resto de accesos, no podíamos llegar a casa de ninguna manera, así que como el resto de gente que esperaba que se les diera paso nos instalamos en la Puerta de Purchena, para esperar que los militares nos dieran acceso, tú ibas y venías buscando a tus padres, seguramente tu padre estaría en el cordón de seguridad, hasta que una de las veces regresaste alterado, me levantaste del suelo y me dijiste al oído: "No es el satélite, parece tecnología extraterrestre" me quedé con la barbilla puesta en tu hombro y con los ojos abiertos como platos  ¿A caso eramos extras de un capitulo de Doctor Who y nadie nos lo había dicho? "Nadie debe enterarse, no hay que asustar a la gente" respiré hondo y me repuse. Estuvimos sentados en el suelo durante un tiempo indeterminado hasta que un militar nos tiró un par de chalecos antimetralla "Necesitamos a todo el mundo, gritó", nos besamos como si fuera la última vez y nos perdimos el uno del otro en el trajín.