domingo, agosto 30, 2009

Magnetismo

Mientras hablaba con él imaginaba como sería tenerle en la cama, principalmente como me acariciría, como sería sentarme a horcajadas sobre él.
Era una sensación extraña para mi, sentirme magnéticamente atraida y no saber porqué; por regla general sentía esa atracción por algo en concreto, si fuera interesante, especialmente guapo, tuviera los mismos intereses que yo... sería comprensible. En este caso es pura atracción animal, el fantástico y extraño efecto de las feromonas. Probablemente, si me hubiera dejado llevar por mis instintos le habría violado allí mismo, sin contemplaciones y con público, pero mi condición humana me frenó.

Han pasado varios días y no termino de desahacerme de esa sensación, por más que me ducho tengo sus feromonas pegadas a la piel, por más que ocupo la mente en tareas cotidianas me asaltan las fanasías una y otra vez. Sólo se me ocurre una manera de quitarmelo de encima, le emboscaré en un callejón oscuro y, sin preguntar, le tomaré hasta quedar totalmente saciada.

Urdí un astuto plan para encontrarme con él, algo más sutil que mi plan inicial.
Llego tarde, para que me vea aparecer, imponente, por supuesto, quería que me repasara de arriba a abajo. Conseguí el efecto deseado, estaba boquiabierto, serían los tacones, el impecable maquillaje o el vaporoso vestido, quizá sólo jugaba con la ventaja de que anteriormente siempre me había visto echa un desastre, por lo que el cambio sería más efectivo de lo normal.
Un beso en la mejilla, natural, siempre natural. Me siento.

- Estás guapa- Balbucea.

Sonrío, no puedo darle las gracias y parecer engreída, pero tampoco puedo despreciarle el piropo y parecer insegura. Cuando el camarero se va me revuelvo el pelo mirando al infitino con la certeza de que me está mirando, es mi mejor arma. Hablamos un poco, yo me rio, de forma natural, dejandome llevar, al fin y al cabo el tiene la sorprendente capacidad de arrancarme carcajadas. A él se le van las manos sin querer y yo encuentro cualquier ocasión para acercarme, que si dame fuego, que si te sobra azúcar, lo que sea con tal de que me huela. Puedo notar la tensión, le tengo en el bote, un gesto final y creerá que me está llevando al huerto, luego podrá fardar con los amigos de haberme llevado a la cama y así yo quedaré libre, satisfecha y con la dignidad intacta. Me inclino sobre él, apoyo mi mano en su brazo, pongo cara de pena y...

- Me tengo que ir- Digo.
- Todavía no...- suplica, es mio- ¿tan importante es lo que tienes que hacer?
- Sólo cosas de la casa...

Me besa, y es mucho mejor de lo que imaginaba, nos separamos un sonreimos mirandonos de soslayo, sin separarnos del todo, esa dulce y extraña sensación que sólo se produce una vez, el primer beso.

- ¿De verdad te tienes que ir?
- De verdad... no.

Seguimos la parafernalia lógica, esos besos de descubrimiento, con intervalos que bajo ningún concepto sobrepasan los cinco minutos, la prolongación eterna de la cina, del café a la cena, de la cena a la copa y de la copa a la segunda despedida.

- Es tarde- dice él- mañana tengo que trabajar- pone cara de pena, me está devolviendo la pelota con las mismas tácticas.
- Yo tendía que hacer lo que no me has dejado hacer hoy- me burlo, pero le beso, un buen beso, de esos aue cortan la respiración, necesito engancharlo.

Es el momento clave, si me acompaña a casa tiene la misma intención que yo, si queda en llamarme mañana huiré rápida como el rayo y me masturbaré hasta que se me pase, porque si no pasa por el aro después de una cita eterna es que o no le gusto una chispa o quiere algo más, claro que cabe la posibilidad de que también quiera algo más si consigo meterle en la cama, es dificil leerle la mente a un tio cuando piensa con la entrepierna. Bueno, al menos intentaré irme con un buen polvo.

- Te llevo a casa- me dice.

En lo que debería haber sido una despedida el coche se llenó de vaho, si me rechazaba algo tenía que estar mal, porque debía tener los huevos a punto de estallar, quisiera o no algo más conmigo.

- ¿Quieres pasar?- le digo al oído entre beso y beso.
- Bufff...- resopla en mi hombro- me tengo que levantar muy temprano...
- Por suerte para ti creo en los despertadores- Error, mi desesperación me ha delatado, pero a estas alturas me da igual que diga por ahí que estoy buscando marcha, porque estoy buscando marcha.

Siempre que tienes una fantasía y se realiza suele ser bastante peor, son las consecuencias de las espectativas altas, por eso cuando la realidad supera la ficción no sabes reaccionar y esta vez estaba completamente descuadrada.
Se viste, me besa, me arregla el pelo, me sonríe y se va a trabajar.
La he cagado, sin más remedio, esa sensación de vacio que deja cuando se va es perjudicial. Sólo quería un meneo, deshacerme de la fantasía y ahora me veo deseando aquello de lo que huía. Ya no pienso en sus manos acariciandome, ni en el magnetismo que ejerce sobre mi, lo único que se repite en mi cabeza es el tan odidado "¿me llamará?"