miércoles, junio 21, 2006

corría

Corría. Todo el mundo aquel día vio a alguien correr, todos la vieron correr. Sobre sus tacones negros, sin perder ni el ritmo ni el equilibrio, con la frente perlada de sudor, la respiración entrecortada y una dolorosa punzada bajo las costillas desde una punta a otra de la ciudad corriendo sin parar, con el portafolios cogido bajo el brazo o en la mano, o pegado al pecho, pero siempre encima, como si custodiase un valioso tesoro.

En un momento dado se paró ante un edificio con una gran puerta de madrera, echó manos a sus rodillas y trató de coger aire, después levantó un poco la vista y apoyó las manos en las caderas, seguía respirando con dificultad, el pecho se le hinchaba y deshinchaba de forma exagerada. Atravesó el portón y se miró en el espejo del hall del edificio, recompuso su pelo y se recolocó el jersey y miró que los pantalones no tuvieran ninguna mancha. Sacó un pañuelo del bolsillo del abrigo y se secó el sudor, sacó la polvera del pequeño bolso y se retocó el maquillaje. Subió las escaleras hasta el primer piso, volvió a pararse ante una puerta de madera, esta vez más pequeña, pero con unas molduras de ebanista preciosas.

Llamó al timbre que sonó como dos notas de piano y diez segundos después una impecable secretaria la hizo pasar al interior de la oficina y la condujo a la sala de reuniones, donde había unas cinco personas alrededor de una mesa ovalada.

- Bienvenida Señora Expósito- la saludó Álvaro Del Valle señalándole una silla a su lado- la estábamos esperando.
- Siento el retraso- Se disculpó.
- No se preocupe- dijo el segundo de Del Valle, que estaba justo frente a ella- ha llegado usted elegantemente tarde, cinco minutos exactos. Comience con su presentación.
- ¿yo?- preguntó ella- la Señora Ibáñez ha llegado antes- alzó la mano en dirección a su compañera, que tenía una ligera cara de disgusto.
- Preferimos que empiece usted- contestó Del Valle- el respetable la atiende- le dedicó una cálida sonrisa.

Hizo su presentación, del portafolios salieron subcarpetas para toda la concurrencia con un breve resumen de la presentación, no se sabe como aparecieron diapositivas, montajes en 3D y sonidos relajantes. La Señora Ibáñez también hizo una buena presentación, pero le faltó ser amable, esa mujer bebió leche amarga de pequeña, seguro.

Del Valle y su segundo comunicaron que el proyecto elegido sería el de la Señora Expósito, nuestra corredora de fondo. Cuando la sala de juntas se despejó se dirigió hacía la Señora Ibáñez y le tendió la mano.
- lo siento- tu presentación era excelente. Rechazó su mano- cualquiera de las dos podría haber ganado.

La Señora Ibáñez se giró sobre sus talones y comenzó a andar hacía la puerta, nuestra corredora se puso a su nivel acompañándola a la puerta.

- Las ventanas dejan ver lo que pasa fuera, te pasaré la factura de mis cuatro ruedas, te pasaría la del taxi, pero no había ninguno disponible.

La Señora Ibáñez se quedó parada, muda y roja de rabia. Nuestra protagonista salió por la puerta con una fabulosa sonrisa de satisfacción.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Correr, correr hacia el éxito o el fracaso...


Aunque quisiera no podría escribirte nada (pese a que lo estoy haciendo) pues me quedo extasiada entre tus palabras, vago por tu escrito con rumbo definido. Y cuando acabo salgo y salgo de la ensoñación, estoy desorientada, incapacitada para pensar y escribirte...



Divagaciones en la Resaca...