lunes, junio 11, 2012

La Peor Situación

Las noches antes eran el único momento de respiro en el agobiante y bochornoso verano, en la puerta del cortijo, sentados en las incómodas sillas de madera hechas por ellos mismos, se podía estar un rato, pero hacía unos días que ni así se estaba bien. Todavía no sabía que pensar, no se encontraba precisamente en la mejor situación, ser neutral en época de guerra es lo mismo que ser enemigo de todos los bandos.
Tenía tierras en propiedad, casi todas yermas sin valor, pero tierras al fin y al cabo, provenía de una familia importante de terratenientes que había perdido poco a poco todo lo de valor, pero tenía un cortijo y cabras, suficiente para que fuera considerado un enemigo de la república.
Se trataba con trabajadores de todo tipo, aunque él no tenía ninguno a su cargo debido a la poca productividad de su amplia finca, pero era bastante dado a relacionarse con los mineros, daba igual si barrenero o capataz, suficiente para que fuera considerado enemigo de los rebeldes.
El 18 de Julio, cuando la ciudad no se alzó pensó que quizá las cosas estuvieran tranquilas un tiempo, pero en realidad se formó una guerra nocturna, sangrienta, completamente paralela, entre enemigos naturales, entre familiares, cada día llegaba una noticia nueva: Han fusilado a menganito, le han pegado un tiro en nuca a fulanito, han paseado a esta familia… fue ahí cuando se temió lo peor, en cualquier momento podrían ir a buscarle, cualquiera. Estaba en la peor situación. Aun así hizo por seguir adelante, como si no pasara nada, había que ordeñar a las cabras y llevarlas a pastar igualmente, la naturaleza no se para porque los hombres decidan matarse entre si.
- Voy a cagar- Dijo.
Y se levantó y echó a andar hacia los corrales, antes de llegar se echó a un lado, para no entrar con las cabras y alborotarlas, se bajó los pantalones y se dispuso a hacer sus necesidades. Cuando ya había terminado y se disponía a limpiarse oyó pisadas a su espalda y antes de poder preguntar hablaron ellos. Preguntaron por él.
- Soy yo, dijo sin incorporarse.
- Pues te vienes con nosotros- Antes de darse cuenta dos hombres le asían por las axilas con fuerza y antes de lograr verles la cara le habían vendado los ojos.
Es curioso como se reacciona, ni siquiera se le aceleró el corazón, se dejó conducir mansamente hacía algún sitio, no pensaba, tenía la mente completamente en blanco, caminó a ciegas conducido por dos desconocidos al menos un minuto sin pensar nada, sin decir nada, no sabía ni si le habían subido los pantalones. A la fuerza le metieron en lo parecía la parte trasera de un coche, olía a orín, el asiento de cuero estaba húmedo y pegajoso, otro olor, menos intenso le llegaba a las narices detrás de la orina, inconfundible, metálico, sangre, olía a sangre, fue entonces cuando su corazón quiso huir de su pecho.
Empezó a temblar como un crio y apretó las manos que ahora tenía atadas, no sabía muy bien como, para evitar que aquellos que le habían metido en el coche le vieran alterado. El coche empezó a moverse, era buena señal, pensó, al menos no le matarían allí mismo, como sin duda habían hecho con alguien antes.
“Relájate, igual si consigues oír algo descubres quién los manda, de que lado vienen y te puedes librar”, respiró todo lo hondo que pudo un par de veces y se aprovechó de su ceguera para escuchar la conversación de sus raptores.
- Como te lo digo- Dijo uno de ellos, él diría que el copiloto.
- Y ¿Qué hiciste?
- ¿Qué voy a hacer? ¿No te he dicho que me estaba enseñando las rodillas de forma descarada? Me acerqué y le dije a su hermana que si podía sacarla a bailar, la zagala no hacía más que arrimarse, así que le dije al oído que si nos escabullíamos de allí.
- Y te dejó con tres palmos de narices, como si lo viera.
- Calla hombre, me cogió de la mano y me sacó del baile en un tris, cuando me vine a dar cuenta la tenía echada encima como una leona.
- ¡No me lo creo! 
- Pues créetelo, así que en menos de na le quité el refajo y allí mismo le rompí el virgo.
- Anda ya.
- Que si hombre que si. La chiquilla va y me dice “mañana vamos a hablar con mi padre”- imita la voz femenina.
- Qué bien, que te casas.
- ¿Qué me voy a casar? Yo no me caso con una puta que se arrima a cualquiera y pierde el virgo así de fácil.
- ¿No decías que os conocíais desde zagales?
- Claro, pero yo si me caso tiene que ser virgen. Así que allí la dejé.
Creía haber reconocido al conductor entre las dos frases que había dicho, al copiloto, que había dejado a la pobre niña hecha un guiñapo no lo conoció y prefirió no hacerlo, la historia le había revuelto las tripas con la combinación de los olores repugnantes del coche y la situación en si misma.
Y ahora qué, ya sabía quien era uno de sus captores, pero no tenía ni idea de como bajar de aquel coche y que lo dejaran en paz. Entonces tomaron una curva algo brusca y la reconoció al instante.
- Podemos parar un momento- Dijo intentando que su voz sonara lo menos temblorosa posible- Es para decirle a Rosendo Garriguez que le diga a mi mujer que si quiere saber donde estoy que se lo pregunte a Manuel Morata.
- ¿Cómo?
- La fonda de Rosendo queda aquí cerca, paramos, vosotros me acompañáis, que le de el recado a mi mujer que si quiere saber donde estoy que avise a Manuel Morata.
Los dos hombres cuchichean algo muy breve y el coche para y ambos se bajan dejándole allí. Oye que hablan fuera, pero no termina de entender que dicen, ahora si que tiene el corazón acelerado, no sabe si sus palabras le dejarán libre o le valdrán un tiro al instante, ha sido una medida desesperada, su última esperanza. Cada segundo que pasaba le parecía menos halagüeño, seguramente había firmado su sentencia antes de lo que pensaba, igual aquella había sido la misma estrategia que había seguido el que tenía los sesos esparcidos por el asiento de atrás del coche en el que estaba metido. Tal vez había errado y la voz que pensaba que reconocía no fuera de quien él pensaba, quizá su treta sólo había servido para que aquellos dos se rieran de él, pero en esta ciudad pequeña todo el mundo se conoce, si realmente estuviera confundido con la voz quizá haya dado con un enemigo mortal de Morata, igual no se ganaba un tiro, igual se ganaba la tortura, aunque la espera sobre su destino final era suficiente tortura para él.
Después de un tiempo indeterminado se abrió la puerta del coche a su lado, cerró los ojos a pesar de tenerlos vendados, esperando el tiro que le atravesara el cerebro, pero antes de darse cuenta dio con el culo en el suelo, le cogieron de las axilas de nuevo, le quitaron la liga de las manos y la venda de los ojos.
- ¡No te gires!- Le dice el que había reconocido- ¡Camina, vete, camina! Y No te gires.
Le empujó en la espalda y comenzó a andar temiéndose que en el momento menos pensado le iban a disparar por la espalda, continuó sin pararse, concentrándose en seguir vivo, en no morir de ansiedad, respirando a compás, creyó oír un coche moverse por detrás de él, pero no se giró para saber si se acercaba, se alejaba o si ni siquiera era el de aquellos dos que iban a matarle en cualquier momento. Probablemente estuvo más de media hora de camino antes de vez la silueta del cortijo, al ver su casa cayó de rodillas sobre la dura tierra seca de su finca, terminó caer sobre el suelo, tendido boca abajo mojó su tierra con sus lágrimas hasta que quedó extenuado y expulsó parte de la tensión de aquella noche que le acompañaría hasta el final de sus días.

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