martes, noviembre 30, 2010

¿Qué te pasa?

Hundo los dedos en tu cabello rojizo, espeso, suave. Me miras con los ojos angustiandos y me dedicas una falsa sonrisa, no sé si te preocupa algo o si se acerca el fin, pero lo que realmente me inquieta es que pienses que no me doy cuenta.
Te tanteo con un beso y suspiras, pero no me parece que me rechaces, aunque tampoco me recibes con demasiadas ganas. Amedida que aumenta la humedad del momento me moldeas desde la cadera hasta el pecho, por los costados, vuelves a suspirar, pero esta vez detecto anhelo. Me sigues deseando, tacho una posibilidad.
Me retiro y te acurrucas entre mis brazos, me tocas el pecho, pero en lugar de acampar ahí, pasas la mano sobre mi vientre, te echas sobre mi y me besas la frente, las orejas, los párpados, las mejillas y al final, de forma breve pero tierna, la boca. Todavía me quieres, tu leve mordisco en el lóbulo de mi oreja me hace suponer que tampoco te estabas replanteando tus sentimientos y has decidido que me quieres, al fin y al cabo, así que tacho dos de un golpe.
Te revuelves, inquieto, buscando un sitio que no encuentras ¿Será el trabajo? no paras ¿habrá tenido algún problema importante? Me miras un instante ¿Tendrá que contarme algo y no sabe como?
Te levantas y poco después oigo la cisterna, vuelves a la habitación con cara de total satisfacción, libre de lastres.
- !Lo tenía atravesado¡
Es cierto, a veces me obsesiono por cosas sin importancia.

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