martes, enero 04, 2011

Después de la tormenta

Cada vez que veía una película postapocalíptica pensaba que, en ese tipo de situaciones, no duraría mucho, sería, con toda probabilidad, una de las primeras personas en sucumbir a la tragedia y en caso de no caer en el primer momento moriría después, presa del pánico o la pena.
Cuando la desgracia se cernió sobre la humanidad más del 70% de la población pereció, pero yo no, David no volvió a por mi, supuse que había muerto, al menos así lo sentí en mi interior, pero a pesar del llanto incensante, del dolor aplastante, me mantuve con vida, poco después los pocos que quedaron a mi alrededor empezaron a morir de cansancio, de hambre o por propia voluntad, pero de nuevo, contra todo pronóstico, yo continué en pie.
Me enfrenté al mundo, seguí normas de conducta que granatizaban mi supervivencia que no me sentía capaz de cumplir, pero aún así, anduve, sin tregua ni descanso, hay cantidad de peligros que sortear: el hambre, los canívales, los saqueadores, hasta la insalubridad del aire.
Igualmente, sin ánimo ni esperanza alguna continuo mi camino, como alma en pena.
cuando lo pienso no le encuentro explicación, soy un zombie en busca de suplir mis necesidades básicas, en la más absoluta soledad, no sé de dónde saco energías para levantarme con el primer rayo de sol y seguir caminando, de la misma manera que me sorprende conciliar el sueño cada noche, después de los horrores pasados, pero aún así lo hago.
Simplemente Sobrevivo.

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