viernes, febrero 19, 2010

Una historia diferente (Capitulo 3)

A quince minutos de la casa de lord Mitchell había una preciosa vivienda de piedra, de dos plantas. Arthur desmontó, amarró el caballo y la ayudó a bajar.

- Querida Emma Donnelly, bienvenida a tu hogar- él sonreía de oreja a oreja, ella parecía estar en una nube.

- Es muy grande para nosotros.

- La llenaremos de hijos, preciosos niños con los ojos azules azul de mar.

- ¿El mar es azul?- preguntó ella, olvidándose de todas sus preocupaciones, e incluso de que tendría que criar un montón de niños.

- Lo es. Un día te llevaré a verlo.

Entraron en la casa donde les recibió una doncella.

- Dígale a Henry que instale el caballo en la cuadra y usted ya se puede retirar.- Ordenó Arthur.

- ¿Tenemos una doncella?- preguntó Emma cuando la casa estuvo vacía- ¿y quien es Henry?

- Henry es mi escudero, Alice es su madre, antes estaba al servicio de Lord Mitchell, que quería llenarnos la casa de cocineros y doncellas para tu servicio, pero yo pensé que te sentirías abrumada y siendo sólo dos no nos hace falta demasiada ayuda- Arthur le acarició el rostro- Quiero que estés cómoda, esta es tu casa, haz en ella lo que quieras, no dudes en pedirle a Alice lo que necesites. Nosotros no cultivamos, yo pasaré la mayor parte del día con Lord Mitchell y tú deberías también con Lady Rachel, estoy seguro de que os llevareis muy bien, pero si prefieres quedarte aquí… como desees.

- Estoy mareada…

Arthur se asustó, la condujo hasta un asiento y le acercó algo de agua.

- ¿Necesitas algo? ¿te llevo a la cama para que descanses?

- Despertarme es lo que necesito.

- No entiendo…

- Yo sí que no lo entiendo, eres armiger, tu señor tiene una sola hija, deberías haberte casado con ella… ¿y te casas con una campesina? Además, me tratas como a un igual, pero soy una mujer, no merezco este trato y para colmo tengo doncella y una casa de piedra ¿Cuándo tienes pensado pegarme una paliza? La necesito para saber que al menos una parte de esto es real. ¿o cuando va a venir Lord Mitchell a reclamar su derecho de pernada? ¿Me vas a matar y a dejar que me devoren los lobos? ¡Dios mío Arthur! Cada momento que pasa tengo más miedo.

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Un día cualquiera de verano, con un sol esplendoroso, sir Arthur cabalgaba junto al viejo armiger y junto a Lord Mitchell para cobrar algunas rentas que el señor prefería recaudar personalmente.

Lord Mitchell sonreía de oreja a oreja aquel día, no solía hacerlo cuando recorría los feudos, le molestaba tener que decirle a los siervos lo que hacían mal o tener que reclamar los pagos, especialmente cuando había carestía y no podían hacer frente a ellos, claro que tampoco podía no reclamarlos.

- Los Thomason, Arthur, están vinculados a los Mitchell desde hace cuatro generaciones, Daisy Thomason, la madre de Thomas Thomason, fue mi nana y Thomas y yo nos criamos juntos, por eso me gusta venir a cobrar personalmente, no suelo tener tiempo para visitar a mi viejo amigo.

Definitivamente aquel hombre era un sentimental, algo fuera de lo común y si no hubiera sido por eso Arthur no sería su futuro armiger, demasiado bien posicionado para su estatus y Deirdre Donnelly habría muerto de inanición en aquel camino.

Arthur Donnelly cabalgaba ensimismado en sus pensamientos de fortuna cuando llegaron a la humilde casa de los Thomason y solo salió de ellos cuando una joven de ojos azules y cabello castaño abrió la puerta. Entonces se olvidó de todo y sólo podía ver el mar en sus intensos ojos azules, mientras ella no le prestaba ninguna atención, como debía ser.

Era un a chica hacendosa que se ocupaba del hogar, ya que la pobre señora Thomason padecía una enfermedad que le impedía mover las manos y caminar con agilidad, pero Emma no parecía sentirse contrariada, al contrario, daba la sensación de encontrase bien entre fogones, moviéndose por la casa, sería una excelente madre.

- Me quiero casar con ella- le dijo a Lord Mitchell por la noche, en el gran salón.

- ¿Con quién?

- Con Emma Thomason.

- ¿Estás mal de la cabeza? Te voy a nombrar caballero dentro de muy poco, con un cargo muy importante, deberías unirte a una familia noble, o al menos a la hija de otro caballero…- sólo podía aconsejarle, no se lo podía impedir, lo había prometido.

- Es hija de su gran amigo… ¿la ha visto? Maneja la casa ella sola a sus tiernos 14 años ¿Cuántos son en la familia?

- Pues Thomas padre, Thomas hijo, Daniel, Emma, David, Allegra y Jack, con Sibil son nueve, pero Allegra sólo tiene diez años, no puede encargarse de todo como Emma, y además no es apropiado.

- Pues les mandamos ayuda, alguien hasta que Allegra pueda hacerse cargo- el chico era obstinado, eso no se lo quitaba nadie- pero Emma tiene que ser mi esposa. La amo y vos me dijisteis que podía casarme con la mujer que yo quisiera- empezó a adoptar un tono un tanto vehemente.

- Nunca te había visto así ¿cómo puedes decir que la amas? El amor llega con el tiempo ¿Tan seguro estás?

- Lo esto, pero si no está conforme no lo diré más, aunque no me olvidaré de ella y siempre tengo la opción de intentar hablar con ella y desengañarme.

Durante el año siguiente Lord Mitchell evitó que los jóvenes se conocieran y tal y como Arthur dijo, no la olvidó, cuando el joven fue armado caballero volvió a recordarle a su padre que, si estaba de acuerdo, se casaría con Emma Thomason, aunque no diría nada definitivo hasta hablar con ella. Para su sorpresa Lord Mitchell había encargado la construcción de una casa y todo estaba listo para la boda, aunque esperaba que tras conocerla se echara atrás, pero resultó ser una muchacha lista y adorable.

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Tras repasar cuánto había esperado para que fuera su esposa, cayó en la cuenta de que ella le había llamado “Arthur” y no “Sir Arthur”, ni señor, y eso le hizo sentirse cálido, le hizo sentirse normal.

- Emma… si no quieres estar casada conmigo puedes irte, con un matrimonio sin consumar la nulidad es fácil, nos inventaremos algo para que no te perjudique.

- ¿Me vas a quemar viva? ¿o vas a dejar que los cuervos se alimenten de mí mientras estoy encajada en una rueda?

- Pienso portarme bien contigo, siempre y si no lo hago, dímelo.- Besó su frente- quiero ser un buen esposo.

- No me lo creo, al menos me forzarás para consumar el matrimonio y traer un varón al mundo ¿no? Tienes que marcar tu territorio…

- Ni si quiera pienso compartir el lecho hasta que tú no me lo pidas- sonrió cálidamente.

- ¿A ti te han dicho que yo, como tu esposa, soy tu sierva y no al revés?

- Eso me han dicho, y yo te digo que en esta casa, como mi esposa y madre de mis hijos tienes tanto que opinar como yo… pero- se llevó un dedo a los labios en señal de silencio- no se lo digas a nadie o me llamarán calzonazos hasta los porqueros- y sonrió de nuevo.

Como poseída por una extraña fuerza, Emma Donnelly se abalanzó sobre su esposo, que fue a dar contra el suelo, y cuando él ya pensaba que le iba a matar, comenzó a besarle en los labios y por toda la cara.

- ¿Y ahora qué te pasa?- acertó a preguntar, ella paró y le miró a los ojos.

- Que es pecado rechazar los regalos de Dios.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno acabo de leerme las tres partes de la historia. Y en lineas generales esta bien, bien narrado, facil de leer. Pero tal vez le faltara algo de gancho a la historia. A fin de cuentas es como si no ocurriese nada, no habia nada que me incentivase a seguir leyendo. Por favor no te lo tomes a mal, es una simple opinion de alguien que no tiene mucha idea del tema. Todo es demasiado feliz y maravilloso, supongo que la opinion que te haces tambien depende de con el animo en que lo leas... realmente prefiero darte mi opinion de manera mas extensa la proxima vez que nos veamos en persona. Un abrazo y a ver si nos vemos pronto

Estrella Ferre dijo...

Estoy de acuerdo, pero es lo más largo que he escrito en mucho tiempo y necesitaba al menos una opinión.

Así que muchas gracias, por cierto, preparo algo que sé que te va a gustar.