Me distraía de mis quehaceres, me veía sin remedio imbuido en mis fantasías en lugar de prestar atención a lo que tenía delante, era más soportable cuando estaba ante una montaña de papeles, cuando se hacía insoportable me escapaba al baño, daba rienda suelta a mis pasiones y después volvía centrado en mis facturas, pero últimamente me asaltaban atendiendo a un cliente y no es fácil venderle el nuevo best seller a los encargados de las librerías cuando aquel súcubo se metía en mi cabeza.
los fines de semana la buscaba en el bar, iba a primera hora de la tarde y me tomaba un café detrás de otro, hasta que aparecía.

Yo no he sido nunca un voyeur y me sé atractivo, siempre he sido valiente e, incluso, descarado, nunca he tenido problemas en acercarme a las mujeres, pero había algo en ella que me resultaba amenazante.
Ella se había fijado en mi, me miraba de vez en cuando, en alguna ocasión, cuando se quedaba sola, me miraba fijamente, si fuera más presuntuoso diría que ella también fantaseaba en secreto conmigo, pero como no lo soy, sabía que era harto improbable, aunque lo deseaba con todo mi ser...
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