martes, noviembre 30, 2010
¿Qué te pasa?
Te tanteo con un beso y suspiras, pero no me parece que me rechaces, aunque tampoco me recibes con demasiadas ganas. Amedida que aumenta la humedad del momento me moldeas desde la cadera hasta el pecho, por los costados, vuelves a suspirar, pero esta vez detecto anhelo. Me sigues deseando, tacho una posibilidad.
Me retiro y te acurrucas entre mis brazos, me tocas el pecho, pero en lugar de acampar ahí, pasas la mano sobre mi vientre, te echas sobre mi y me besas la frente, las orejas, los párpados, las mejillas y al final, de forma breve pero tierna, la boca. Todavía me quieres, tu leve mordisco en el lóbulo de mi oreja me hace suponer que tampoco te estabas replanteando tus sentimientos y has decidido que me quieres, al fin y al cabo, así que tacho dos de un golpe.
Te revuelves, inquieto, buscando un sitio que no encuentras ¿Será el trabajo? no paras ¿habrá tenido algún problema importante? Me miras un instante ¿Tendrá que contarme algo y no sabe como?
Te levantas y poco después oigo la cisterna, vuelves a la habitación con cara de total satisfacción, libre de lastres.
- !Lo tenía atravesado¡
Es cierto, a veces me obsesiono por cosas sin importancia.
jueves, noviembre 11, 2010
Florentino Ratzinger
Cinco obispos anglicanos descontentos con la decisión del club de ascender a las mujeres al mismo cargo que ellos ostentan, deciden liberar sus contratos con el anglicanismo y fichar por la iglesia católica Apostólica Romana.
¿Permitirá la iglesia Católica que estos obispos, casados y con hijos, mantengan su cargo? En caso negativo ¿permitirán que en su situación marital sean simples sacerdotes?
Las informaciones sobre las cláusulas de contrato no están demasiado claras, lo que sí sabemos es es que la iglesia católica cierra fieras en torno al conservadurismo incluyendo en la plantilla a cinco jugadores, descontentos con la igualdad entre hombres y mujeres, y llevando a cabo discursos contra el peligroso laicismo que amenaza la integridad del club.
Tampoco nos informan si los jugadores del equipo católico que proponen el fin del celibato, y otras medidas de avance, decidirán que es el momento de cambiar de club y optar por el anglicano, luterano o cualquier otro equipo que permita mantener relaciones sexuales. Tal vez la integración de obispos casados permita renegociar su cláusula de celibato consiguiendo así un pequeño progreso en el club cuando parecía imposible y, lo que es más importante, gracias a un gesto que parece estar más encaminado a la involución que al progreso.
lunes, septiembre 13, 2010
miércoles, julio 21, 2010
cantabria
Me has convencido Revilla, estoy enamorada de tu tierra.
martes, julio 13, 2010
En el país de la desesperanza
El 11 de Julio de 2010 todo tipo de gente celebraba en la calle sin importar su condición, credo, edad, estatus social, e incluso, su nacionalidad. Todavía hay quien dice que este triunfo "le da igual" y quien reniega de que esos chavales de rojo defiendan sus ideal, pero estoy segura de que ni el uno ni el otro quedaron indiferentes ante esa marea de buenos sentimientos que nos dejaron nuestros jugadores.
Gracias por darnos algo más importante que ganar el mundial...
miércoles, mayo 19, 2010
el poder del piano
Cierro los ojos y noto como el viento me acaricia suavemente, moviendo mi brillante melena ondulada, el salitre es mi perfume, la luz del atardecer me acompaña y me hace sonreír. Abro los ojos y me veo sentada frente al ordenador, sin saber qué hacer, ante una página en blanco, oigo tus notas de piano, y me desborda el alma, caigo en el embrujo, vuelvo a cerrar los ojos y entonces estoy en la proa de un barco de madera, surcando un mar azul mientras el aire mueve mi cabello largo como el de Rapunzel y mi vestido blanco, las gotas del agua rota me salpican en la cara y yo me lamo los labios para comerme el mar, unas manos fuertes y cálidas acarician mi cintura y se enredan en mi pelo, el dueño de esas manos huele a viajes y me deja descansar la cabeza en su hombro, le veo sonreír y me contagia, acaricio su barba con la frente y me aprieta la cintura, me aparta un poco, sólo para bersarme, salado y dulce a la vez, me llena de calidez, mientras las gotas de la mar rota besan mis mejillas, es imposible sentirse más querida. Él mete su nariz helada en mi cuello y dice algo que no puedo oir, pero su aliento me provoca un escalofrío...
Tus notas, tu piano, tus manos mágicas que siempre me acompañán contándome historias, picándome en las manos...
lunes, abril 26, 2010
sábado, marzo 27, 2010
Aceptación
Al Papa Paco sólo lo conozco por lo que me han contado, ya que sólo convivimos durante los primeros dos años de mi vida (Casi exactos, yo nací en Octubre y el murió en Noviembre) y cuando vino a morir, no sé de qué, por cierto, yo no sabía ni esas historia, creo que a esa edad sólo sabía que me daban terror las gallinas que había en el cortijo, que el Papa Paco iba en silla de ruedas, que me daba miedo cada vez que hablaba y que aquellas aceitunas sólo le gustaban a él y a mi. Cuando mi padre llegó con la noticia de su fallecimiento y me la comunicaron: "El Papa Paco se ha ido al cielo" (¿Cómo le dices a una niña de dos años que su abuelo se ha muerto?) inmediatamente y para sorpresa de todos yo debí pensar que si el Papa no podía andar... "Se ha ido en un caballo blanco" y sonreí, desde entonces, cuando pensaba en mi abuelo materno lo hacía con alegría, porque andaba por el cielo subido a lomos de un maravilloso caballo brillante y blanco como el Rey de aquellas tierras y a pesar de que ya no creo en esas cosas cuando pienso en mi Papa Paco le sigo viendo así, porque mi único recurdo vivido de él es aquel que yo me inventé. Cuatro años después mi abuelo Manuel falleció, este hecho fue más traumático, yo ya tenía seis años y había visto a mi abuelo ir desfalleciendo poco a poco a causa de un cáncer de pulmón, quizá por el tabaco, quizá por los años de trabajo en la fragua, también me dio tiempo a cogerle cariño y como tampoco era muy alto no me sentía intimidada por él (El Papa Paco, a pesar de estar siempre sentado era un señor enorme). Recuerdo a mi padre, dolorido y con los ojos brillantes de lágrimas y a mi hermano a su lado, compungido: "El abuelo Manuel se ha muerto" esta vez si lloré y le contagié la lágrima a mi hermano y le pregunté "¿Por qué lloras, es que tú no lo sabías?" "Si- contestó- pero me lo has pegado" me sequé las lágrimas, me sorbí los mocos y dije muy resuelta "El Papa Paco ya tiene quien le ponga las herraduras al caballo blanco"
domingo, marzo 07, 2010
prólogo
viernes, febrero 19, 2010
Una historia diferente (Capitulo 3)
A quince minutos de la casa de lord Mitchell había una preciosa vivienda de piedra, de dos plantas. Arthur desmontó, amarró el caballo y la ayudó a bajar.
- Querida Emma Donnelly, bienvenida a tu hogar- él sonreía de oreja a oreja, ella parecía estar en una nube.
- Es muy grande para nosotros.
- La llenaremos de hijos, preciosos niños con los ojos azules azul de mar.
- ¿El mar es azul?- preguntó ella, olvidándose de todas sus preocupaciones, e incluso de que tendría que criar un montón de niños.
- Lo es. Un día te llevaré a verlo.
Entraron en la casa donde les recibió una doncella.
- Dígale a Henry que instale el caballo en la cuadra y usted ya se puede retirar.- Ordenó Arthur.
- ¿Tenemos una doncella?- preguntó Emma cuando la casa estuvo vacía- ¿y quien es Henry?
- Henry es mi escudero, Alice es su madre, antes estaba al servicio de Lord Mitchell, que quería llenarnos la casa de cocineros y doncellas para tu servicio, pero yo pensé que te sentirías abrumada y siendo sólo dos no nos hace falta demasiada ayuda- Arthur le acarició el rostro- Quiero que estés cómoda, esta es tu casa, haz en ella lo que quieras, no dudes en pedirle a Alice lo que necesites. Nosotros no cultivamos, yo pasaré la mayor parte del día con Lord Mitchell y tú deberías también con Lady Rachel, estoy seguro de que os llevareis muy bien, pero si prefieres quedarte aquí… como desees.
- Estoy mareada…
Arthur se asustó, la condujo hasta un asiento y le acercó algo de agua.
- ¿Necesitas algo? ¿te llevo a la cama para que descanses?
- Despertarme es lo que necesito.
- No entiendo…
- Yo sí que no lo entiendo, eres armiger, tu señor tiene una sola hija, deberías haberte casado con ella… ¿y te casas con una campesina? Además, me tratas como a un igual, pero soy una mujer, no merezco este trato y para colmo tengo doncella y una casa de piedra ¿Cuándo tienes pensado pegarme una paliza? La necesito para saber que al menos una parte de esto es real. ¿o cuando va a venir Lord Mitchell a reclamar su derecho de pernada? ¿Me vas a matar y a dejar que me devoren los lobos? ¡Dios mío Arthur! Cada momento que pasa tengo más miedo.
Un día cualquiera de verano, con un sol esplendoroso, sir Arthur cabalgaba junto al viejo armiger y junto a Lord Mitchell para cobrar algunas rentas que el señor prefería recaudar personalmente.
Lord Mitchell sonreía de oreja a oreja aquel día, no solía hacerlo cuando recorría los feudos, le molestaba tener que decirle a los siervos lo que hacían mal o tener que reclamar los pagos, especialmente cuando había carestía y no podían hacer frente a ellos, claro que tampoco podía no reclamarlos.
- Los Thomason, Arthur, están vinculados a los Mitchell desde hace cuatro generaciones, Daisy Thomason, la madre de Thomas Thomason, fue mi nana y Thomas y yo nos criamos juntos, por eso me gusta venir a cobrar personalmente, no suelo tener tiempo para visitar a mi viejo amigo.
Definitivamente aquel hombre era un sentimental, algo fuera de lo común y si no hubiera sido por eso Arthur no sería su futuro armiger, demasiado bien posicionado para su estatus y Deirdre Donnelly habría muerto de inanición en aquel camino.
Arthur Donnelly cabalgaba ensimismado en sus pensamientos de fortuna cuando llegaron a la humilde casa de los Thomason y solo salió de ellos cuando una joven de ojos azules y cabello castaño abrió la puerta. Entonces se olvidó de todo y sólo podía ver el mar en sus intensos ojos azules, mientras ella no le prestaba ninguna atención, como debía ser.
Era un a chica hacendosa que se ocupaba del hogar, ya que la pobre señora Thomason padecía una enfermedad que le impedía mover las manos y caminar con agilidad, pero Emma no parecía sentirse contrariada, al contrario, daba la sensación de encontrase bien entre fogones, moviéndose por la casa, sería una excelente madre.
- Me quiero casar con ella- le dijo a Lord Mitchell por la noche, en el gran salón.
- ¿Con quién?
- Con Emma Thomason.
- ¿Estás mal de la cabeza? Te voy a nombrar caballero dentro de muy poco, con un cargo muy importante, deberías unirte a una familia noble, o al menos a la hija de otro caballero…- sólo podía aconsejarle, no se lo podía impedir, lo había prometido.
- Es hija de su gran amigo… ¿la ha visto? Maneja la casa ella sola a sus tiernos 14 años ¿Cuántos son en la familia?
- Pues Thomas padre, Thomas hijo, Daniel, Emma, David, Allegra y Jack, con Sibil son nueve, pero Allegra sólo tiene diez años, no puede encargarse de todo como Emma, y además no es apropiado.
- Pues les mandamos ayuda, alguien hasta que Allegra pueda hacerse cargo- el chico era obstinado, eso no se lo quitaba nadie- pero Emma tiene que ser mi esposa. La amo y vos me dijisteis que podía casarme con la mujer que yo quisiera- empezó a adoptar un tono un tanto vehemente.
- Nunca te había visto así ¿cómo puedes decir que la amas? El amor llega con el tiempo ¿Tan seguro estás?
- Lo esto, pero si no está conforme no lo diré más, aunque no me olvidaré de ella y siempre tengo la opción de intentar hablar con ella y desengañarme.
Durante el año siguiente Lord Mitchell evitó que los jóvenes se conocieran y tal y como Arthur dijo, no la olvidó, cuando el joven fue armado caballero volvió a recordarle a su padre que, si estaba de acuerdo, se casaría con Emma Thomason, aunque no diría nada definitivo hasta hablar con ella. Para su sorpresa Lord Mitchell había encargado la construcción de una casa y todo estaba listo para la boda, aunque esperaba que tras conocerla se echara atrás, pero resultó ser una muchacha lista y adorable.
Tras repasar cuánto había esperado para que fuera su esposa, cayó en la cuenta de que ella le había llamado “Arthur” y no “Sir Arthur”, ni señor, y eso le hizo sentirse cálido, le hizo sentirse normal.
- Emma… si no quieres estar casada conmigo puedes irte, con un matrimonio sin consumar la nulidad es fácil, nos inventaremos algo para que no te perjudique.
- ¿Me vas a quemar viva? ¿o vas a dejar que los cuervos se alimenten de mí mientras estoy encajada en una rueda?
- Pienso portarme bien contigo, siempre y si no lo hago, dímelo.- Besó su frente- quiero ser un buen esposo.
- No me lo creo, al menos me forzarás para consumar el matrimonio y traer un varón al mundo ¿no? Tienes que marcar tu territorio…
- Ni si quiera pienso compartir el lecho hasta que tú no me lo pidas- sonrió cálidamente.
- ¿A ti te han dicho que yo, como tu esposa, soy tu sierva y no al revés?
- Eso me han dicho, y yo te digo que en esta casa, como mi esposa y madre de mis hijos tienes tanto que opinar como yo… pero- se llevó un dedo a los labios en señal de silencio- no se lo digas a nadie o me llamarán calzonazos hasta los porqueros- y sonrió de nuevo.
Como poseída por una extraña fuerza, Emma Donnelly se abalanzó sobre su esposo, que fue a dar contra el suelo, y cuando él ya pensaba que le iba a matar, comenzó a besarle en los labios y por toda la cara.
- ¿Y ahora qué te pasa?- acertó a preguntar, ella paró y le miró a los ojos.
- Que es pecado rechazar los regalos de Dios.
jueves, febrero 18, 2010
Una Historia Diferente (Capítulo 2)
- ¿estás seguro Arthur?- preguntó Lord Mitchell mirando al fuego.
- Si, sé que no es apropiado, pero desde la primera vez que la vi supe que sería mi esposa. Es una pretensión demasiado alta para alguien en mi posición, es una locura para cualquier caballero casarse con la mujer a la que se ama… pero no hay nada que desee más. Lord Mitchell, si no está de acuerdo romperé el compromiso y buscaré una esposa de su agrado.
- Arthur…- Se acercó al asiento donde estaba el joven y le posó una mano en el hombro- El día que naciste me prometí a mi mismo que te casarías con quien deseases, pasara lo que pasara. Entiendo lo que sientes y pretendo que tengas más suerte que yo. Y mira que yo tuve suerte al poder tener a tu madre cerca hasta el día de su muerte y nada me duele más que no haber podido darte mi apellido.
- Vos habéis hecho más por mi de
lo que me merecía, padre.
Deirdre Donnelly era una irlandesa con el cabello color fuego y los ojos verde hierba que se había visto empujada a la mendicidad tras la condena de su padre a morir por garrote vil por hereje, habían encontrado fragmentos de la cosmogonía de Hesíodo en su humilde casa urbana, cómo aquel legajo había llegado a su casa era algo que Deirdre desconocía, dos semanas después de la muerte de su padre su madre también murió, de hambre, ya que no comía para poder alimentar a sus hijos. Malachy, el mayor, se fue para intentar conseguir tierra, cosa poco probable arrastrando de una niña hambrienta, así que Deirdre se tuvo que sacar las castañas solita siendo muy joven.
En su periplo por el mundo, y mucho más lejos de lo que ella pensaba que llegaría, en cualquier camino, bajo cualquier árbol, acabó desvaneciéndose y despertando a lomos de un caballo, protegida por los brazos del joven Lord Daniel Mitchell, hijo de Lord Héctor Mitchell. Desde entonces vivó bajo la protección de los Mitchell al cuidado de la madre de Daniel y más tarde de su esposa, una pánfila a la que detestaba.
No sabía muy bien si por agradecimiento o por el roce Deirdre acabó enamorándose de su señor y Héroe y él no sabía si porque ella era una jovencita desvalida o por que sus ojos verdes se le clavaban en el alma, acabó enamorándose de la damisela en apuros a la que había salvado.
Daniel la llamaba Didi y la besaba en la punta de la nariz, ella le rascaba la barba, habría preferido morir en aquel camino antes de acabar al cuidado de cualquier otro, habría sido una desgracia no haber sentido nunca aquel intenso amor. A veces, al despertar, se sentía angustiada pensando que Daniel Mitchell no era más que un sueño y ella seguía vagando por el mundo, porque al fin y al cabo aquella historia era demasiado buena para ser real.
Lord Mitchell intentó casarse con ella, pero el deber era antes que el amor y tuvo que casarse con la única heredera del ducado de Berwick y así heredar el ducado y ascender un escalón más en aquella sociedad de estamentos. Aunque no por eso dejó de olerle el pelo a su Didi y además llegó Arthur, hijo bastardo, pero querido, por el que Deirdre dio la vida. Le prometió a la única mujer a la que había amado que a su hijo no le faltaría de nada, jamás.
Emma recorría el pasillo de la capilla hasta colocarse a la altura de Sir Arthur y tras recibir las bendiciones se subió a un caballo, rodeó a su marido con los brazos y se perdió en el horizonte.
En cuanto lleguemos me pegará una paliza de muerte y no me dejará descansar hasta que tengamos un hijo varón, será cruel conmigo, anoche se portó bien para que no montara una escena antes de la boda, pero me tiene que tratar mal, esto no puede ser tan perfecto.
miércoles, febrero 17, 2010
Una Historia Diferente (Capítulo 1)
¿Esa era ella? Tenía una idea aproximada del tamaño de su nariz, su madre le había dicho mil veces que tenía unos preciosos ojos azules, pero no sabía que era un azul tan brillante, como el cielo justo antes de oscurecerse. Sabía que tenía el pelo suave y castaño, pero no sabía como le enmarcaba la cara ¿Se podía decir que era guapa? Al menos había podido pasarse los últimos años en casa y no tenía la piel curtida por el sol.
- Madre ¿Cómo es ese hombre?- preguntó mientras seguía observándose.
- No sé, hija, un hombre. La cuestión es que tiene una buena posición y se ha interesado por ti.
- No lo entiendo- se giró para mirar a su madre-. Tiene 20 años, le acaban de nombrar caballero, le han dado un buen terreno, así que está bien posicionado ante su señor, lo más lógico es que buscara a la hija de otro caballero, o con la única hija del señor, teniendo en cuenta el aprecio que parece tenerle no se negaría ¿Por qué quiere casarse con la hija de un campesino?
- Tú no tienes que entender nada.
Se vistió con el taje que habían preparado para ella y se dirigieron al gran salón. Todo aquello era muy raro, él podía aspirar a algo mejor, de hecho debía aspirar a algo mejor. Estas cosas solían hacerse en la casa de los padres… un recién caballero que pretendía pedir su mano en la casa de su señor, era muy raro.
Lord Daniel Mitchell la recibió besándole el dorso de la mano
- Es un placer tenerla en mi hogar.
- My Lord es un placer para nosotros, gracias por acoger a esta humilde sierva de Dios- Respondió su madre.
Tras el señor apareció Sir Arthur Donnelly, era alto, al menos dos cabezas más que Emma, tenía el cabello rojo como el fuego y los ojos verdes como la hierba. Le sonrió dulcemente. Guapo, sonrisa dulce y amable, demasiado bueno para ser real.
- Siéntate junto a Sir Arthur, Emma- Lord Mitchell la condujo de la cintura hasta el joven caballero, en su nívea tez aparecieron dos manchas rojas de rubor- Sé que no es costumbre, pero creía correcto que al menos os dirigierais unas palabras antes de la boda- Sir Arthur también se ruborizó al encontrarse con sus ojos azules- No vaya a ser que mi armiger se arrepienta e su decisión.
- ¿Armiger?- preguntó Emma para si misma, pero en voz alta, por error.
- Es el caballero encargado de transportar las armas del señor- Aclaró Sir Arthur, al que le hubiera gustado cogerla de la mano, para confortarla.
- Conozco el cometido del armiger- aclaró ella.
- ¡No seas impertinente!- regañó Thomas Thomason, su padre.
- Tranquilo, Thomas- intercedió Sir Arthur, que, a pesar de su rubor, se volvió a dirigir a ella- Entonces ¿qué te inquieta?
- Bueno…- contestó con un hilo de voz- es un cargo muy importante…
- Para un caballero tan joven y recién nombrado- interrumpió Lord Mitchell- Tienes razón. Ten cuidado Arthur, esta jovencita es lista y no tiene miedo de demostrarlo, eso no suele ser bueno en las mujeres, o eso dicen.
>> La cuestión, señorita Thomason es que Arthur lleva a mi cuidado desde su nacimiento, así que entrenamiento no le falta y es, sin duda, el mejor caballero que yo haya visto.
Ahora sí que no entendía nada. Miró a la hija de Lord Mitchell, Rachel, era hermosa, con cabellos de oro y parecía tener la misma edad que Emma, con la estima que el señor parecía tenerle a Sir Arthur ¿por qué no se casaba con ella?
Durante la cena tanto Señor como Caballero fueron muy amables con Emma, invitándola a participar de la conversación, preguntando cómo había sido hacerse cargo de la casa al perder su madre la movilidad de las manos y de lo hermosas que eran las tierras de las que procedía Sir Arthur, que, aunque nacido en aquella misma casa, su madre, era irlandesa y él había tenido el placer de visitar aquella tierra unos años atrás, cruzando el mar. Definitivamente aquello era demasiado bueno para ser real. Al acostarse rezó para no dormirse, pues no quería despertar de aquel maravilloso sueño.
martes, febrero 09, 2010
Nos hundimos
jueves, enero 28, 2010
El cine de las sábanas blancas
Entre las sábanas blancas aparece un ojo de tonos marrones y verdes,
como el bosque, le sigue una nariz distinguida y tras ella una amplia sonrisa. Las sábanas arrullan su felicidad, como si estuviera entre las nubes ¿por qué me sonríe de esa manera? ¿Qué le hará tan feliz? ¿Cabe la posibilidad de que se culpa mía? Me mira a mí, desde luego.
- ¿Qué te hace tan feliz?- le susurro para no ensombrecer su alegría.
- Esto- me mira y suspira, sin dejar de sonreía. he debido poner cara de no entenderlo, porque él ha puesto cara de ir a explicarlo- Estás aquí, mirándome, tan guapa, tan natural, tan perfecta, con las manos puedo acariciar tu piel suave…- Noto una suave caricia por el costado- bajo las sábanas se está tan calentito y no hay nadie. Nadie dice que tengamos que salir de aquí, nadie pretende separarnos, nadie nos ordena, este es nuestro mundo.
De repente algo se mueve dando una extraña forma a nuestra nube y repta entre nuestras piernas, haciéndonos cosquillas, hasta que llega a nosotros y sonriendo, mostrando sus pequeños dientes de leche, admirándonos con sus ojos castaños y sus cabellos rojos dice:
- Buenos días dormilones- su voz suena a campanillas- besa al hombre feliz en la mejilla con gran estruendo y se acurruca entre mi pecho y mis brazos- estás calentita mami- y hunde la cabeza entre mis senos para después mirarme- Hoy si hace sol.
Mi hombre feliz suelta una carcajada.
- Ahora, ahora si que esta cama es un mundo perfecto.
domingo, enero 24, 2010
mini ración de amistad
Las fotos de la vida de los demás me hacen reflexionar, veo como antiguos compañeros de clase quedan, veo como la gente tiene fotos con amigos de la infancia con los que todavía tienen relación y me pregunto ¿qué hay en mi para no tener nada de eso? vivo en un avión con mini raciones de amigos, unas raciones duran más, supongo que estoy volando a Japón con escalas, otros no duran casi nada, Roma, París, directos y sin embargo la gran mayoría de esas raciones se quedan perennes en mi memoria. Muchas veces intento que me toque la misma ración, por lo menos en el mismo vuelo, pero siempre cambian el menú, no sé si pensar que las raciones me evitan o que la mini ración de amistad soy yo, un segundo, una persona agradable con la que hablar durante un periodo determinado, que se desecha como un vaso de papel. Si es así, no me molesta, al menos he aportado algo al viaje, si cada uno tiene una personalidad diferente supongo que hay quien es un plato a repetir y quien es algo agradable, pero no lo suficiente extraordinario como para volver a probarlo.
De todos modos... me ha gustado compartir este viaje y me recuerden o no, yo les recordaré.